Escuela de boyeros, experiencia sustentable

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El frontil y el Yugo. FOTO: Internet
El frontil y el Yugo. FOTO: Internet

Incrementar la preparación de tierras con tracción animal se nos ha cuestionado muchas veces, sobre todo por aquellos interesados en que no logremos sostenibilidad de ninguna forma. Unos la etiquetaron como retroceso, otros le dieron un apelativo más lúgubre: ruralización de la agricultura. Pero lo aconsejable, lo que nos conviene, es que como aconseja el sabio refrán: cuando faltan perros, se montea con gatos. Y algo se logra si se pone empeño.

Cierto que no podemos afincar el desarrollo del país en las técnicas de laboreo antiguas, pero si –como en los momentos actuales– no tenemos suficiente maquinaria agrícola ni combustible para explotar de manera adecuada la que resta, entonces cualquier variante es legítima para salir adelante.

Hace unos años, apenas una decena, hubo en La Reforma una escuela de boyeros. Allí se amansaban los bueyes y se les enseñaba a tirar de los arados y otros implementos agrícolas. En consonancia con aquel esfuerzo se trajeron cultivadoras multiuso, de producción nacional, capaces de hacer –con el adecuado cambio de implementos– hasta ocho tareas distintas, no solo roturar tierras o surcarlas.

Luego hubo un respiro económico y aquel esfuerzo tan conveniente para todos los tiempos se fue esfumando poco a poco hasta quedar en nada. Por ahí deben estar todavía, abandonados entre las altas hierbas, aquellos “ocho en uno” tan polifacéticos, eso si no fueron a manos particulares o, en el peor de los casos, a la chatarrera de materias primas.

Recuerdo que, por aquellos tiempos, cierto amigo elaboró un proyecto para enyugar vacas en lugar de bueyes, experiencia de muchos años en las Islas Canarias y que daría empleo a las no fértiles o bajas productoras de leche. Nadie, de los que debían estar interesados, lo tomó en cuenta.

Hoy tenemos promisorias áreas de cultivo, como el organopónico del establecimiento de la Apicultura, en el poblado Julio Antonio Mella (Vaquero), donde se realizó una inversión costosa y que están sin uso precisamente por no tener, a falta de tractor, una yunta y un boyero capaces de mantenerlas en producción.

Sin embargo, no faltan los bueyes domables ni las vacas malas productoras que también podrían aportar lo suyo como animales de tiro. Resultan, y es bueno saberlo, hasta menos problemáticas que los bueyes para estas tareas. Son más dóciles y circunspectas, no tienen la tendencia a fajarse ni rompen cercas –si tienen alimento suficiente– buscando acoplarse con el sexo opuesto.

La escuela de doma y entrenamiento existente en La Reforma es una de las tantas experiencias positivas bien olvidadas por motivos que vistos en el tiempo resultan insustanciales para justificar su desaparición. Constituye, por lo mismo, una solución retomable que en menos de un semestre puede estarnos aportando la fuerza motriz capaz de preparar las tierras a tiempo, aunque falten tractores, piezas de repuesto, baterías, gomas, lubricantes o combustible. El animal solo necesita cuidados veterinarios, hierba suficiente, agua y buen trato. Con esto, como elogia el pequeño mambí del animado infantil… ¡hasta quiere a uno!

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Por: Wiltse Javier Peña Hijuelos/ http://www.periodicovictoria.cu21/07/2023

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