En la agricultura urbana “se cosechan” cambios
Por: Katia Siberia / http://www.invasor.cu
Un reciente recorrido del Grupo Nacional de Agricultura Urbana dejó indicaciones precisas que podrían alinear la ruta del organopónico a la mesa
El camino que va del cantero al plato sigue zigzagueante en Ciego de Ávila, aun cuando un reciente recorrido del Grupo Nacional de Agricultura Urbana dejó indicaciones precisas que podrían alinear la ruta del organopónico a la mesa.
Pero una cosa es decir qué hay que hacer y cómo hacerlo, y otra es disponer de los recursos y la preparación para lograrlo. Un dato lo reafirma: solo disponemos de alrededor de la mitad de los representantes de la Agricultura Urbana que necesitamos. De 56 cupos, apenas se cubren 31.
• Hace tres años esta era la realidad:
“Y esos son los encargados de estar al tanto de la producción de los patios, de los huertos, de todo lo que hay en el barrio para llevarlo a los puntos de venta y comercializarlo. Si esa figura no está, ¿cómo se pretende que en el municipio haya presencia de esos productos en los puntos estatales? Tendríamos solo lo de los organopónicos y, como sabemos, no es suficiente”, reflexionaba Osmany Fleitas González, jefe del departamento provincial de la Agricultura Urbana.
Sin embargo, al decir de Francisco Martínez Rodríguez, quien vino al frente del grupo nacional, la experiencia en varios municipios orientales dista de la avileña, pues allá no solo están, sino que ganan como promedio 10 000 pesos al mes “porque la empresa les facilita el efectivo y salen, compran las producciones directamente, y las llevan a los establecimientos estatales. De su gestión de compra, depende su salario”, ilustró.
Por ello, el directivo habló aquí de cambiar la mentalidad y no seguir asumiendo que dichos trabajadores provocan gastos indirectos a la empresa. “Hay que cambiar la forma de gestionar esas producciones, la forma de administrar, incluso, las granjas urbanas”.
En ese sentido, el delegado de la Agricultura en el territorio, Yaisel Vega González, informó que tales indicaciones, emitidas por el primer ministro en un documento, se implementarán en los próximos meses, cuando nueve de las 10 unidades empresariales de base de Granjas Urbanas, adscritas hoy a empresas agropecuarias, se independicen en su gestión.
El cambio estructural, explicó Francisco Martínez, busca fortalecerlas económicamente y dotarlas de mayor independencia. No obstante, a escala productiva, los retos permanecen intactos, de ahí que indicara trabajar en aspectos fundamentales que serán evaluados en noviembre venidero, durante la próxima visita.
En esa lista aparece la producción y aplicación de abonos orgánicos y la obtención de otras semillas para sustituir importaciones; tal como ya se logró con las de pepino, habichuela, rábano, lechuga, acelga y quimbombó.
Apenas esas dos “áreas de trabajo” podrían redundar en más hortalizas y vegetales en la mesa; “algo que aquí escasea”, según pudo apreciar durante el recorrido por varios puntos de venta el integrante del Grupo Nacional de Agricultura Urbana.
Pero eso ya lo sabía Osmany Fleitas. La proporción de áreas dedicadas a los vegetales y hortalizas por cada habitante no se traduce aquí en dieta saludable. O, al menos, no de la forma que pudiera. Luce desproporcionado el indicador de 12.37 metros cuadrados por cada avileño. Cualquiera podría preguntarse, ¿y dónde están mis habichuelas?
De alguna manera, sus precisiones apoyan tal interrogante: “esas áreas solo comprenden los organopónicos, los semi-protegidos, los huertos intensivos y las parcelas tecnificadas. No hablamos de patios o de vegetales sembradas sin las condiciones que lo requieran. Pudiera significar, entonces, que algunos canteros están vacíos y no producen todo el año o que los rendimientos no son los deseados”. Por ahí deben comenzar a cosecharse los cambios.
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