Voluntad probada, huevos en la mira
Un buldócer invisible entre el marabú, trozo a trozo logró quitar tanta maleza para visualizar maíz, boniato, soya, arroz… como muestra de la voluntad con que un joven de unos 35 años, de Candelaria, asumió una finca, perteneciente a la Empresa de Granos José Martí, para ser parte de los 11 productores del municipio, comprometidos con abastecer de huevos a sus cerca de 21 000 coterráneos.
En el bioterio —como le conocen por aquellos lares—, cerca de las diez de la mañana estaba Jonny Valdés Rodríguez, junto a sus obreros, prendido al surco, pues darle de comer a las 400 pollitas montañesas constituye obsesión.
“Desde que tengo uso de razón me apasiona el campo, pero nunca he criado aves. Mis primeras tierras en el kilómetro 185, Finca San José, por el Decreto-Ley 259, eran de ganadería y ahora cosecho cultivos varios”, nos dice.
“Pero había que dar el paso al frente, y se dio. Por el Decreto 358 recibí estas 30 hectáreas (ha) al otro lado de la carretera, y hace unos tres meses no hay tiempo que perder.
“El pozo de agua estaba derrumbado. Desde Cárdenas, en Matanzas, traje las camisas, con tal de bombear unos 60 litros por segundo, pero no había podido comprar aún la turbina para cumplir ese propósito, ahora pretendo instalar una más pequeña, mientras espero el agua que cae del cielo, y justo con esa fe sembré 10 ha. de arroz (130 000 pesos en semilla), y aún no llueve aquí.
“De la Cuba-México, en Alquízar, traje tres quintales de maíz, cada uno a 9 000 pesos, más 6 000 por trasladarlos hasta Candelaria. Crecen preciosos en 6 ha.
“Compré soya a 5 000 pesos cada 100 libras, y otras 6 ha. estarán sembradas en breve. Hay yuca, boniato, plátano… todo asegura la comida de las pollitas, con unos seis trabajadores a quienes les pago como promedio 200 pesos diarios.
Proyecto adentro
Fue el 16 de mayo, recuerda Jonny, cuando recibió las 400 pollitas, con cuatro sacos de pienso y una factura de 42 459 pesos exactamente, pago que aún (al momento de nuestra visita) no ha concretado con la Empresa Avícola.
“En tres días se comieron ese alimento. Claro ¡yo ni sabía si era una o tres comidas al día! Desde ese entonces les doy lo que tengo acá, y nada más en las tardes.
“He visto poner solo un huevo, de un ejemplar al parecer más longevo, pues no cumplen con los días para comenzar ese proceso. Lo triste es que tengo casi 100 de menos, pues produje gusanos con desechos comprados en la procesadora de cárnicos, a través de contrato y al parecer, o consumieron de más o les hizo daño. Gracias a unos amigos pinareños detuve las muertes», dice aún asustado.
“No daré marcha atrás, pero aún estoy por ver la producción seriada de los primeros huevos. Aunque parte del alimento animal está sembrado, ¿cómo saber si al mezclarlo es el ideal para aves ponedoras? Considero necesario un contrato que me provea de pienso de calidad”, asegura.
«Esas pollitas nacen en unidades de la Avícola, comiendo pienso de inicio, después de crecimiento, y a los 180 días llegan a nosotros a darle lo que haya; ese estrés, sumado al estar en áreas de pastoreo, puede lastimar su propósito. Solo en la noche van a las jaulas, de día se buscan el alimento en la tierra, es el concepto manejado, pero…»
Cuentas, con los pies en la tierra
Según los pronósticos, Candelaria debe contar con 10 500 ponedoras, para, en la primera etapa, entregar 127 206 huevos, a razón de seis por habitante, explicó Niurka Cabo Delgado, la intendente, quien se ocupa del Programa.
“Nos comprometimos con 11 productores privados, entre ellos dos mujeres, ocho de Cooperativas de Créditos y Servicios, más uno de la Unidad Básica de Producción Cooperativa Playuela y otro de la Granja Urbana, quienes deben asumir 3 200 aves en esta primera etapa, y se suma la Empresa de Granos con 800.
«Asimismo, está estudiado cómo llegar a los cuatro consejos populares, asignando bodegas a cada uno de los productores, amplía la intendente», quien aclara que existe un equipo creado para certificar las condiciones de las aves en desarrollo, dar seguimiento al programa, incluso capacitar y encadenar a los productores, “mas hay muchas reservas en completamiento y eficiencia”, afirma con sinceridad.
¿A qué precio cada unidad? Otra incógnita, pues siendo austeros, y sin llevar a punta de lápiz lo invertido por este joven, entre líneas ya hay miles de pesos, que al sumarlos, dividirlos, incluso multiplicarlos, darían un alarmante número para poder llevar un huevo candelariense a la mesa.
Lo verídico es que julio culmina –sumando las de otros dos productores– con unas 800 pollitas, ya restadas las casi 100 perdidas en jaulas de Jomny, de las 10 500 que abastecerían a Candelaria a la vuelta de unos seis meses, y aunque esta es solo una de las tres experiencias por estos lares, y otros ejemplos llegarán a estas páginas junto al criterio de la Empresa Avícola, mirar a ella evitará tropiezos futuros.
La voluntad es inquebrantable. No hay dudas, pero la práctica sí indica que con más capacitación, fórmulas, apoyo, y pies de los decidores en la tierra, podremos contar los huevos con que Candelaria se autoabastecerá en 2024.
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