¿Una fórmula propia de pienso animal?
Disponer de pienso en la UEB El Vapor ha permitido mantener al ganado con buena salud
Por: Germán Veloz Placencia | german@granma.cu
17 de mayo 2024
GIBARA, Holguín.–«Aquí hay 200 terneros de hasta de diez meses de edad. Solo está mamando la mitad, quiero decir, los que no llegan a los 180 días de vida; pero todos están lindos», dice en voz baja Francisco Pérez Rodríguez, o «Fran», a secas, como lo conocen en este territorio y en muchos otros sitios, por conducir con éxito la unidad empresarial de base (UEB) de Genética y Producción El Vapor.
«Para lograr la salud que tienen hay que trabajar duro», afirma y enseguida se enfoca en las crías destetadas, las cuales alimentan con pienso elaborado allí.
Como intuye la pregunta en camino, comparte la fórmula del alimento citado: «Contiene harina de caña, cangres y raíces de yuca, así como de moringa, tithonia, de modo tal que dan el 60 % de la masa preparada. El 40 % restante lleva sal común, calcio y ceniza».
Con el fin de ofrecer otros detalles, sugiere acercarse a la nave contigua, donde dos trabajadores están inmersos en el proceso de elaboración de pienso. «La caña, que es de nuestras áreas, se muele dos veces. La primera es para dejarla en condiciones de deshidratación de forma natural, con cuatro soles, según nuestra experiencia. En la segunda sale bien fina, y es lo que llamamos harina, que aporta energía».
Los cangres y las raíces de yuca, que también proporcionan energía, provienen del almacén en el que aún le quedan tres toneladas, igualmente deshidratadas. Esa reserva, que puede almacenarse hasta seis meses, es resultado de la cosecha de yuca obtenida en las dos hectáreas sembradas periódicamente. La moringa y la tithonia también pasan por un proceso de secado antes de integrar el pienso.
«Esos productos deshidratados impiden que los terneros sufran de diarreas,» confirma, poniendo de relieve su visión de veterinario, título universitario conquistado años atrás, combinando las jornadas de estudio y de trabajo.
El calcio viene en el polvo de las conchas de ostiones que molemos, la sal común se compra y la ceniza, que también da minerales, sale de la leña quemada, cita.
Explica que «en los periodos secos, por ejemplo, la pelea la ganamos aquí en las tres caballerías sembradas con king grass ct-115, que se manejan igualito que pasa con el arroz y otros alimentos en las casas, estirándolo y sacando cuentas, para que nos alcance hasta que llueva.
«Si la falta de lluvias se extiende, sacamos los animales de esas áreas y los trasladamos a las que tienen otros pastos, sobre todo yerba de guinea, que hemos sembrado sostenidamente, hasta tener poco más de cien hectáreas. Las variedades que tenemos son de porte alto, y por muy feo que se pongan y parezcan resecas, dan comida».
En la UEB aún existen cuatro caballerías de Leucaena (planta proteica) que se explotan mediante un sistema silvopastoril, que consiste en tener árboles grandes (en este caso alcanzan los siete metros de alto), bajo cuyas sombras hay otros de la misma especie que apenas llegan al metro, y se chapean frecuentemente, para que los retoños sean consumidos por los animales, que también se alimentan de pastos sembrados allí, entre ellos el Estrella.
«La Albizia Lebbeck, conocida en muchos lugares como ‘’sonajera’’ o ‘’algarrobillo de olor’’, también es una planta proteica poco empleada, aunque da más sombra que la Leucaena y tiene el mismo 5 % de proteína. Además, en esta época mantiene el follaje verde y no la afecta la plaga que mata a la Leucaena. Atendiendo a ello, sembramos aquí tres hectáreas.
«Una vez elaboramos pienso criollo añadiendo vainas y semilla de ella, lo llevamos a un laboratorio especializado de La Habana y dio buenos resultados. Luego un muchacho que estuvo aquí de pasantía hizo una tesis con ese pienso, y salió muy bien. Creo que hay que retomar esos pasos».
Hay que poner fin a la conversación. La compañera a cargo de la Contabilidad en la UEB le ha reclamado revisar el informe que esperan en la entidad superior. También debe diagnosticar con urgencia una vaca preñada.
En medio de tanta prisa, ofrece información para tener en cuenta: En el momento del intercambio entregan diariamente al Estado unos 400 litros de leche, pero cuando llueve más, son 600 o 700. El plan de producción del presente año es de 97 000 litros, y esperan irse por encima. En 2023 se habían propuesto 102 000, y vendieron a la industria cerca de 150 000.
«Estamos seguros de que podemos dar más. Con las tierras que estamos pidiendo, creceríamos en la producción de alimento animal», concluye Fran.