Un guajiro nacido con el Sol
En las tierras rojas del sur de Ciego de Ávila, un joven se empeña en producir alimentos
Por: Ortelio González Martínez | internet@granma.cu
8 de abril 2024
Para Jaime, el éxito está en siempre hacerle algo nuevo a la tierra, en cultivarla, que germinen las cosechas, que la familia tenga algo que comer en el plato. ¿Que da dinero? Imposible negarlo, pero a costa de sacrificios inmensos, a punto de hacer esclavo al hombre y a la mujer que la trabajan, si la trabajan bien.
No tiene pinta de loco, aunque asegura que habla con las plantas. Se agacha, recoge un boniato y dice: «Este debe de estar por las cinco libras. Mira aquel, debe sobrepasar las 15 libras». Ante la duda, lo lleva a la pesa: ¡17 libras exactas!
Jaime de León López, de 32 años, asociado a la cooperativa de créditos y servicios (ccs) El Vaquerito, en el sureño municipio avileño de Venezuela, de tanto caminar por el campo ha hecho trillos. Parco de palabra, porque «jamás he hablado con la prensa», es tajante: «Los guajiros lo que tenemos es que producir comida y no andar hablando tanto.
«Si un don tengo, es mi relación con la tierra; el de sembrar. Sembrar y sembrar. Busque una tierra vacía. No la encontrará bajo mi condominio».
Eso sí, en el polo productivo hacen las siembras en la época establecida para cada cultivo, para «no perder el tiempo ni el esfuerzo», siempre con la ayuda inmaterial de su padre, ingeniero agrónomo, especie de consultor agrario y su mayor crítico.
«Una vez quise adelantar una cosecha de frijoles, y el viejo me había aconsejado que no lo hiciera. ¿El resultado? La perdí casi toda. Aprendí que hay un ciclo agrícola, y otro de cosecha; aprendí que para la siembra de determinados cultivos hay que tener en cuenta las épocas del año», narra el joven.
El Decreto 259 y, después, el 300, le vinieron como anillo al dedo en las aspiraciones de adquirir tierras. Anda por las 67 hectáreas y quiere pedir más, a partir de que la totalidad del área está sembrada y dispone de uno de los mayores polos dedicados a los cultivos varios. Este año comercializó, hasta la fecha, unas 400 toneladas de papa, 300 toneladas de plátano, igual cantidad de yuca y unas 180 de boniato, cifras para respetar.
«Esto lo levanté a pulmón, chapeando maleza, marabú, sacando piedras y sembrando hasta el último pedacito. Llevo años sacando piedras. Siempre que paso el arado salen más».
Cuando habla de rendimiento, les dedica palabras a las buenas semillas: «Sin ellas no hay agricultura», asegura.
El llamado a elevar la producción Jaime lo traduce en planes elevados, cumplibles, porque «un guajiro no empeña su palabra». También aporta a los hogares de ancianos y maternos, al policlínico, a la Casa de niños sin amparo filial de Ciego de Ávila, las dietas médicas y, por estos días de falta de harina, hizo su contribución con la industria alimentaria, para la elaboración de pan y galletas.
Jaime se traza un plan, y lo cumple. Lo asegura el director de Acopio en la provincia, Ariel Diéguez Concepción: «Estamos ante un campesino altamente productivo. Cuando el ciclón Ian azotó Pinar del Río, fue quien más aportó a la occidental provincia, con el envío gratuito de 19 toneladas de alimentos, en lo fundamental, plátano vianda. Siempre tiene disposición de contribuir con su municipio, con los mercados de la ciudad de Ciego de Ávila y con el país».
A Jaime, quien prefiere a Elegguá, tal vez por aquello de que «abre los caminos», antes que al rey Jano, «porque las personas no deben tener doble rostro», el único bembé que le agrada es la «fiesta del trabajo», que todos los días comienza en su finca a las cuatro o las cinco de la mañana y, muchas veces, termina al otro día pasadas las 12:00 de la noche.
–¿Qué sería de Jaime de León López si no labrara la tierra?
–¿Sabes? Cuanto tengo se lo debo a ella. Sería alguien sin capacidad para pensar y hacer. Suerte la mía, que desde muy temprano comprendí cuánto tiene de verdad la frase martiana de que la tierra es la gran madre de la fortuna.