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La FAO declaró a la yuca el alimento del siglo XXI. Foto: del autor

Sembrar yuca, más que alternativa, una necesidad

En Cuba hoy están plantadas unas 110 000 hectáreas de yuca, la cifra más alta de la historia, pero aún resulta insuficiente para cubrir la demanda

En el complejo panorama económico actual, caracterizado por el crecimiento del precio de los alimentos y las materias primas empleadas en la fabricación de piensos y otros productos, fomentar el cultivo de la yuca se convierte en un imperativo que no admite dilaciones.

Conocida es su versatilidad como cultivo, y las extraordinarias propiedades que posee para ser utilizada en la alimentación de personas y animales, además de sus potencialidades industriales, razones más que suficientes para que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), declarara a ese cultivo como el alimento del siglo XXI.

En los últimos años en nuestro país se ha fomentado, de manera significativa, la siembra de esa planta, a partir de la labor extensionista que ha liderado el Instituto Nacional de Investigaciones en Viandas Tropicales (Inivit). Sin embargo, aún falta un largo camino por recorrer para que la yuca ocupe el lugar que le corresponde en la mesa del cubano y en la industria nacional.

Sobre el tema, Granma intercambió con el doctor Sergio Rodríguez Morales, director de la prestigiosa institución científica y principal promotor de ese cultivo en Cuba, quien expone aspectos vinculados con la historia, potencial, vías para fomentarlo y otros beneficios que trae aparejada la siembra de ese tubérculo.

Al respecto, el avezado especialista en el tema señala que en los últimos 20 años ese cultivo ha crecido en el mundo en más de cien millones de toneladas; solo superado por el maíz, lo cual denota su importancia.

En el caso de Cuba, hoy están plantadas unas 110 000 hectáreas, la cifra más alta de la historia, refiere Rodríguez Morales, quien añade que ese crecimiento aún resulta insuficiente para cubrir la demanda de las personas, que la apetecen como vianda; los animales, que la pueden consumir de diferentes maneras; y de la industria, para la fabricación de panes, dulces u otros productos; por lo cual es necesario duplicar las áreas sembradas del codiciado tubérculo.

«Se ha diseñado toda una estrategia por parte del Ministerio de la Agricultura para llegar a las 200 000 hectáreas en el plazo más breve posible, a la cual se le da seguimiento por la más alta dirección del país», reconoce el doctor Rodríguez Morales, quien está consciente de que, más que una alternativa, esa tarea constituye una necesidad.

Al respecto, se pregunta cómo podrá Cuba enfrentar el crecimiento desmedido de los precios del trigo y otros cereales, de lo cual constituye una muestra el incremento, en cien euros, solo en el último año, del costo de la tonelada de trigo, lo que obligó a Cuba a erogar 22 millones de dólares más que antes para poder producir el pan para la canasta familiar normada.

UN CULTIVO QUE DA MUCHO Y EXIGE POCO

Da gusto conversar sobre estos temas con el Director del Inivit, un enamorado del cultivo de la yuca. Su sapiencia contagia al interlocutor, en especial a los productores que acuden a él para aprender los secretos de una planta que lo da todo a cambio de muy poca inversión.

Por hombres como este científico, campesinos de grandes resultados en la agricultura como Santiago Cuellar, Orelvis Peñate y Raidel García, entre otros, se han encariñado con la yuca, y hoy obtienen rendimientos que superan las 40 toneladas por hectárea, cuando otros no alcanzan las diez.

Cuellar, por ejemplo, reconoce que es un cultivo que se adapta muy bien a las condiciones edafoclimáticas de nuestro país, y es muy resistente a la sequía, por lo cual nunca llega a secarse: tiene un mecanismo fisiológico, mediante el cual, cuando disminuye el agua del suelo, cierra parte de los estomas y comienza a producir hojas más pequeñas; a la vez que inclina sus hojas por la mañana, de manera perpendicular a la radiación solar; y por el mediodía, de forma oblicua, para que los rayos no incidan tanto sobre ella.

Refiere, asimismo, que molida y hecha yogur da suficiente energía a sus cerdos; y si se utiliza como forraje, puede aportarles a los animales hasta un 21,6 % de proteína; para lo cual deben sembrarse entre 40 000 y 50 000 plantas por hectárea, las que generan, solo en el primero de los tres cortes que se les pueden dar, 30 toneladas de masa verde; además de la yuca, desde luego.

Sobre el tema, el productor placeteño Orelvis Peñate señala que aparte de sus bondades, también es un cultivo muy rentable para los labriegos, si se tiene en cuenta que no lleva riego, ni fertilizantes ni pesticidas, y que sus rendimientos pueden ser muy altos, de atenderse como es debido.

«En mi finca he llegado a superar las 40 toneladas por hectárea, es decir, más de 800 quintales, que al precio actual de 350 pesos cada uno, e incluso más, puede dar una ganancia significativa para el productor», refiere Peñate, quien ha logrado con la yuca, el boniato y la soya, entre otras alternativas, suplir en parte el déficit de piensos para la crianza de cerdos en su propiedad.

Por algo será que este tubérculo es cultivado en más de cien naciones del mundo, reconoce Peñate, quien destaca sus propiedades, al ser ricas sus raíces en hidratos de carbono y fibra; mientras que sus hojas tiernas contienen hasta un 25 % de proteínas.

También Raidel García, recio productor de Camajuaní, resalta las características de la planta, que la hacen insustituible en los tiempos actuales, al dar la posibilidad de cosecharla durante todo el año, si se utiliza una estrategia varietal que incluya el empleo de clones de ciclo corto, medio y largo.

Según García, otra ventaja es que la yuca no es de las más afectadas por plagas y enfermedades; y de aparecer alguna, puede ser combatida por medios biológicos, como el Trichogranma y el Bacillus thuringiensise, los cuales se producen en los centros de reproducción de entomófagos y entomopatógenos.

NO BASTA CON SEMBRAR

En medio de la contingencia económica que vive el país y el mundo, fomentar la producción de la harina de yuca constituye una opción viable para mitigar el efecto de los altos precios de los cereales en el mercado mundial.

El hecho de ser muy rica en hidratos de carbono y no contener gluten, la hacen un alimento de extrema utilidad en la cocina de cualquier nación, además de su potencial para emplearse en la industria, donde puede tener la más amplia utilización en variados procesos.

Fuentes consultadas aseguran que la yuca, aunque no posee grandes cantidades de micronutrientes, es rica en vitamina C, vitamina B1, manganeso y potasio. Así, por ejemplo, cien gramos de este vegetal aportan, según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, 160 calorías de energía; 3,2 gramos de proteínas; 0,4 gramos de grasa; 1,8 gramos de fibra y un 34 % de la cantidad diaria recomendada de vitamina C; un 6 % de vitamina B1 y un 8 % del potasio.

Además de estos aportes, la yuca incluye almidón resistente, un elemento que la convierte en un alimento muy saludable que contribuye a mejorar la salud intestinal, ya que tiene efectos positivos en la microbiota, lo cual se traduce, también, en una mejora del sistema inmunológico.

Es, además, un cultivo de múltiples usos en la industria. Se ha demostrado que aporta etanol, un producto de amplia demanda por parte de los sectores culinarios, farmacéutico y de los cosméticos, entre otros; a partir del almidón de la yuca se puede obtener la glucosa útil en la fabricación del sorbitol; e incluso, se ha probado por algunas transnacionales que en la elaboración de cervezas puede sustituirse hasta un 50 % de la malta empleada para ese fin por la fécula de yuca.

De igual manera, está demostrada la posibilidad de fabricar, a partir de la harina de yuca, productos tan demandados como el pan, distintos tipos de dulces, pizzas, arepas y croquetas, entre otros; además de ser empleada como extensor para la fabricación de embutidos.

Para lograr ese propósito, no basta con sembrar extensas áreas del cultivo. También se impone desarrollar las industrias capaces de procesar la yuca y fabricar la harina, las que, al decir del doctor Sergio Rodríguez, no tienen que ser sobredimensionadas, sino pequeñas minindustrias que pueden funcionar, incluso, a nivel de consejo popular.

Ante esos retos, se impone transformar el pensamiento y ser más proactivos, explica el Director del Inivit, quien asegura que aprovechar las potencialidades de este cultivo, más que un problema coyuntural, constituye una opción viable y posible en las condiciones de nuestro país.



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Por : Freddy Pérez Cabrera15/11/2022

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