Por sobre la aventura de la plata y las espinas

Por: Reynaldo Zaldívar/Periódico Ahora

2 de enero 2025

campesinoU6Esto era un potrero, estaba lleno de aromas y marabú. Nosotros empezamos a picar matas, a hacer balizas, a quemar. Se llevó un tiempo pa hacer producir esta tierra. Llevó más de tres años pa’ que los troncos se pudrieran y pudimos arar la tierra. El día entero chapeando, amontonando balizas y dándoles candela.

Ustorgio Góngora tiene 70 años, 2 hijos y una finca de 23 hectáreas en usufructo. Tierras que servían de potrero para el ganado y cantera para las plagas. Ahora el terreno integra el minipolo productivo Jagüeyes, en Rafael Freyre, formado, recientemente, para mitigar la necesidad alimentaria del municipio.

Siempre pensamos que sí podíamos hacerlo porque trabajamos todos los días, desde la mañana hasta el oscurecer. Yo y el grupito de mis dos muchachos y algún que otro pariente. Un grupito de cinco o seis. No éramos tanta gente, no teníamos tanta gente pa’ trabajar, pero sí trabajábamos doble jornada… y pudimos salir de los problemas aquí en la finca, echar todo esto pa’ lante.

CampesinoU2Los que conocieron estas tierras antes de que la familia Góngora la trabajara puede atestiguar el cambio. Difícil se hacía el trayecto hasta la costa de El Esterito, una entrada de mar donde los lugareños acostumbraban ir a bañarse. “La aroma” (Vachellia Farnesiana) se abalanzaba a ambos lados del camino como para impedir el paso, como para adueñarse del terreno. Sus espinas, dispuestas de dos en dos sobre las ramas, alcanzan hasta 60 mm de largo, y provocan un dolor punzante cuando se encarnan. Eliminarla se hace difícil, pues luego de algún tiempo de cortarla vuelve a retoñar, aumentando en ramificaciones y diámetro. Tanto el aroma como el marabú necesitan un trabajo constante.

Ahora vendemos a Acopio, al estado. Nosotros llevamos comida a la feria, le vendemos a la placita del pueblo y todo esto va pa’ el estado, pa’ la gente. La tierra es fértil y agradecida. Pero no siempre fue así. No. La gente piensa que es llegar y sembrar y ya. Al campo hay que ponerle esfuerzo y tiempo. Dedicarle mucho tiempo.

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Al respecto, Élcido Domínguez Sao, directivo de la agricultura, comentó: «Ellos trabajaban con los campesinos. No tenían tierra propia. A raíz de una visita que hicimos al territorio, nos plantearon que deseaban tierras en usufructo. Y ahí las tienen. Son de los mejores productores de este municipio. Gracias a su trabajo, este minipolo satisface gran parte de la demanda de viandas del municipio».

Una vez oí a un campesino de la zona decirle a su nieto: “Y tú, empínate, para que seas como los Ustorgios”. Así los conocen, porque todos trabajan en equipo. Parecen un solo hombre, con las mismas ideas y el mismo ímpetu de obtener resultados favorables.

Recibimos beneficios, porque se paga bien el plátano en la feria y el precio de los productos no está malo. Lo que nosotros hacemos aquí lleva un costeo grande de dinero pa’ hacerlo. Pa’ hacer un pantanal como este lleva bastante tiempo. Pero nos da beneficio.

campesinoU5«Hemos tenido una oferta estable de plátano todo el año aquí en la cabecera municipal, principalmente en la feria agropecuaria», aseguró Argel Díaz Góngora Viceintendente que atiende los programas agroalimentarios, mientras apuntaba que uno de los indicadores que permitieron a Rafael Freyre ganarse la sede por el 66 aniversario del triunfo de la Revolución es precisamente la agricultura, que, si bien ha de ir implementando su efectividad, ha cumplido con creces las metas trazadas, gracias a trabajadores incansables como los de Jagüeyes.

Pa’ echar pa’ lante una finca no puede fallar la fuerza de trabajo. El propietario que tenga eso tiene que tener un fondo bueno de dinero, esto lleva inversión. Pero más que eso lleva muchos deseos de hacerlo. Amor al campo y saber lo que están haciendo, saberle al campo. El campesino debe ser como un maestro de la escuela. Si tú no le conoces al campo entonces la cosecha se pierde, pues se llena de hierba y se pierden las producciones.

A este sitio solo venían los aventureros a buscar plata. Porque según la tradición oral, hace muchos años alguien encontró varias vasijas llenas de monedas. Y los esperanzados sostenían la idea de que podía haber más. Aún permanece la parte alta del terreno llena de agujeros que la hierba ha cubierto. Pero Ustorgio miró por sobre la aventura de la plata y las espinas el brillo del plátano, la yuca, el sagú y el ajo que golpe a golpe afloran en su finca.

Yo no voy a irme nunca de aquí, porque tengo aquí mis hijos, tengo mis nietos. Ya tengo la familia hecha con el esfuerzo que hemos hecho, ya nos hemos acomodado un poco. Ya tenemos buena casita aquí en el campo. No, no podemos dejar todo eso botado, el efuerzo. Nosotros tenemos que valorarlo porque el efuerzo no puede ser por gusto. Nos sentimos bien aquí. Trabajando. Enamorados de lo que estamos haciendo. Le tenemos amor a esto. Aquí está nuestra vida.

Por sobre la camisa de Ustorgio se marcan las líneas de sudor. Líneas de plata, pienso. Y es que si se juntara todo el sudor de un hombre que le es útil a su tiempo, este sería el mayor tesoro que podría dejarse a las próximas generaciones. Un tesoro de alta moral, testimonio de sacrificio y entrega.



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