
¿Por dónde le entra el agua al coco en Cuba?
La renovación de áreas, el aporte de los 17 viveros tecnificados para la obtención de posturas, y el trabajo con los campesinos han sido claves para concretar el programa cocotero que en 2023 comenzará a dar frutos
Por: Dairon Martínez Tejeda (Granma Digital)
Guantánamo tiene el privilegio de contar con tres rubros exportables de sumo interés para la nación; las tres c: café, cacao y coco, los cuales no solo constituyen elementos imprescindibles en la idiosincrasia del guantanamero, sino que devienen recursos claves para impulsar el desarrollo local y nacional.
En sus visitas al territorio más oriental de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, ha estado atento a la evolución de estas tres producciones, que a nivel de país han recibido importantes beneficios e inversiones, tanto con incentivos monetarios para el campesino, como en materia de transformación de la infraestructura industrial.
Ingentes son los esfuerzos por incrementar los rendimientos del café, cacao y coco, pero aún los resultados están lejos de cumplir las expectativas. En ello incide mucho la recuperación tras el embate del huracán Matthew, que arrasó los sembrados, forzando a renovar áreas, crecer en otras, aplicar más ciencia al campo… en ese camino, un cultivo, cuya reanimación es prioritaria, es el coco, de cuyo despegue dependen varias industrias para reducir los costes de importación y exportar más.
¿HABEMUS COCO?
El municipio de Baracoa, en Guantánamo, concentra el 80 % del coco que se cosecha en Cuba. De hecho, en los años 90, dicho territorio llegó a entregar la cifra récord de 27 000 toneladas en más de 6 000 hectáreas.
Tras el paso del huracán Matthew, el golpe mayor lo tuvieron esos cultivos, reducidos a 165 hectáreas, incluyendo plantas aisladas, que apenas aportan 680 toneladas anuales. Entonces, el sector decidió que era tiempo de reinventarse e inició el programa de desarrollo del coco.
Juan Romero Matos, especialista de la Empresa Agroforestal de Baracoa, ha seguido de cerca cada acción en aras de recuperar la vitalidad de «la planta de los cien usos».
«Conformamos un polo productivo entre Imías, Maisí y Baracoa en el que previmos plantar 5 027 hectáreas, en tres años, aprovechando suelos de buen potencial productivo, donde las pendientes no exceden los 20 grados de inclinación para facilitar la siembra y el desmoche mecanizados. De ese potencial, Baracoa debía cumplir con 4 227 hectáreas, y hoy contamos con 4 690, además prevé llegar a las 5 000 en 2025», apunta el ingeniero.
La renovación de áreas, el aporte de los 17 viveros tecnificados para la obtención de posturas, y el trabajo con los campesinos han sido claves para concretar el programa cocotero que en 2023 comenzará a dar frutos al incorporarse a la producción las primeras 800 hectáreas, y para 2028 ya deberían alcanzar las 20 000 toneladas de coco.
Según Romero Matos, mientras se recupera Baracoa, el país continúa apostando por diseminar la planta por provincias como Las Tunas, Villa Clara, Ciego de Ávila… A fines de 2019, más de 60 empresas y 650 entidades de base se habían sumado a esa tarea.
«También hemos certificado fincas para conseguir semillas de calidad, y contamos con la fortaleza de un vivero en Playa Duaba, que garantiza 90 000 posturas anuales, lo que contribuirá a cumplir los planes de siembra e incluso vender a otras zonas», afirma.
Si todo marcha según el plan, para 2030 el rendimiento se elevaría hasta cinco toneladas por hectárea, y se lograrían retomar resultados similares a los de décadas atrás. Ese sería el mayor orgullo de los más de 2 000 productores del cultivo en Baracoa.
CIENCIA Y COCO
Mucha ciencia requirió y requiere la producción cocotera en Guantánamo. El territorio es el único que cuenta actualmente con un manual certificado para el manejo de este cultivo, producto de la aplicación del ingenio de investigadores del Centro de Desarrollo de la Montaña y otras instituciones académicas y científicas locales.
Desde la finca Juan Gómez, de la cooperativa de créditos y servicios Luis Carbó, del municipio de El Salvador, el joven ingeniero y máster en Ciencias Alieski Meriño Mayné desarrolla un proyecto para la germinación de posturas de coco con el uso de biofertilizantes y bioestimuladores del crecimiento.
«La alternativa sostenible para el manejo agroecológico del cultivo del cocotero incentiva el uso de micorrizas del género azotobacter, la fosforina, y microorganismos eficientes, así como bipépticos de origen cítrico que favorecen la calidad de las posturas», detalla el experto, quien, además, propone aprovechar las áreas cocoteras para plantar alimentos para el autoconsumo de las familias.
«A la par apostamos por generar valor agregado a la cadena productiva del coco a partir de su utilización como alimento animal. El estudio propuso la inclusión de harina de coco en la dieta de conejos y de forma empírica se logró que a los 72 días los animales alcanzaran el peso óptimo (2 kg) para el sacrificio. La inclusión del 25 % de esa harina favorecerá mejores resultados», apunta Alieski Meriño.
También fruto de la perspicacia del Centro de Desarrollo de la Montaña se vienen realizando experimentos con el uso de la cascarilla del café en la germinación de la nuez del coco, cuyo bajo porcentaje suele afectar los rendimientos.
Vale significar los resultados favorables al emplear la cascarilla en el sustrato de las plántulas, que alcanzan indicadores del 93,3 al ciento por ciento, con un incremento de parámetros morfológicos como la altura de las plantas, el grosor del tallo y el número de hojas.
Todo indica que la cascarilla del café, subproducto de desecho, de bajo costo y abundante en zonas montañosas, tributa a la obtención de un sustrato ideal, en correspondencia con los fines de la ciencia aplicada a la agricultura.
HAY QUE DAR MÁS USOS AL COCO
En el desarrollo de la cadena productiva del coco, no basta solo con sembrar más, también ha sido una meta del país cerrar ciclos. De ahí que desde el paso de Matthew hasta acá se hayan realizado varias inversiones para la recuperación de las industrias asociadas.
Neoselvi Navarro Blet, directora Técnica y de Desarrollo de la Agroforestal Cacao y Coco, explica que hoy la empresa es responsable, además, de la unidad empresarial de base Desfibradora de Coco, que fue modernizada para el procesamiento del sustrato de caparazón, valorado en 400 dólares por tonelada en el mercado exterior.
«También adquirimos la fábrica de carbón activado, en la que se prevén nuevas inversiones para mejorar la calidad del producto que tiene como destino las industrias farmacéutica, biotecnológica y la refinación de azúcar y rones.
«Igualmente, poseemos la extractora de aceite, con potencial para obtener hasta 2 500 toneladas anuales para la industria de jabonería; también es necesario para fines medicinales y alimenticios. Ambas industrias dotarán al país de suministros que se adquieren en el exterior y tendrán un impacto ambiental considerable, pues aprovechan todos los desechos del coco», significa Navarro Blet.
Por suerte, todas las proyecciones no necesitan esperar al año 2030 para concretarse. El pasado 2021 echó andar la fábrica de aceite y produjo 20 toneladas, cifra que en 2022 se incrementará a 73 toneladas y en 2023 a 300, si así lo respalda la progresiva recuperación del fruto.
También anda por buen camino la fábrica de conservas La primada de Baracoa, donde la inyección tecnológica con cooperación italiana asegura la entrega de derivados del coco como siropes, turrones, barras, masa de cucurucho… para instituciones de Salud, Educación, Alojamiento, Mercados Ideales y otras.
«También queremos exportar coco rallado, siropes, horchata de coco… para lo cual contamos con la certificación de especialistas de Santiago de Cuba, pero esperamos la aprobación del expediente que ya está en La Habana», asevera José Córdoba Costa, administrador de la fábrica, quien insiste en que todo dependerá de la marcha y estabilidad de la cosecha del coco, como fuente para el progreso de Baracoa, y en consecuencia del resto de la nación.
EN CONTEXTO
- Cuba impulsa un intenso programa de desarrollo de las plantaciones del cocotero que, por primera vez, abarca a varias provincias del país, donde se encuentran plantadas más 12 900 hectáreas en cuatro polos productivos.
- El esquema de desarrollo prevé sembrar 18 726 hectáreas hasta 2030.
- El programa está estructurado en cuatro polos productivos fundamentales: Guantánamo, Granma-Pilón-Niquero, Camagüey-Ciego de Ávila y Villa Clara-Caibarién-Remedios.
- La siembra de unas 2 255 hectáreas, en áreas perimetrales, a la entrada de las fincas y otros terrenos baldíos en más de 300 cooperativas de producción agropecuaria y CCS, también forma parte del proyecto.
- El municipio de Baracoa concentra el 80 % del coco que se cosecha en Cuba.