Mujer de miel
Olga Lidia Nerey, mujer dulce como la miel y tan laboriosa como las abejas que conforman las colmenas de la UBPC apícola Mártires del Moncada, de Santa Clara
Por: Freddy Pérez Cabrera | internet@granma.cu
En la UBPC apícola Mártires del Moncada, de Santa Clara, nadie es tan dedicado al trabajo como Olga Lidia Nerey Herrera, una mujer dulce como la miel y tan laboriosa como las abejas que conforman las colmenas que tiene la institución.
Aunque había estudiado hidroeconomía, pronto entendería que lo de ella era el mundo de la apicultura. De un tío suyo, y de la abuela, aprendió desde muy pequeña los secretos de ese oficio al que, a pesar de las picadas y la rudeza del trabajo, ha dedicado más de 40 años de su existencia.
«Recuerdo que, siendo muy niña, iba con ellos a castrar colmenas, porque me fascinaba comer la miel cuando estaba aún en los panales. Durante el proceso, trataba de ponerme bien cerquita para observarlo todo; y, a veces, hasta ayudaba a sostener el equipo del que emanaba el humo. Así fue naciendo esta pasión por el mundo de las abejas, que para mí es algo que no tiene fin», narra Olga Lidia.
Aunque ha hecho de todo en estos 40 años de labor, confiesa que lo que más le gusta es la cría de abejas reinas, labor en la que es una de las principales especialistas con que cuenta el país. «Para ejercer ese oficio, primero tiene que gustarte mucho y tener una paciencia infinita, porque el mundo de las abejas es muy complejo, y cualquier error te echa a perder una producción», refiere.
«Aquí cada proceso es muy técnico, y requiere de un profundo conocimiento», señala Nerey Herrera, quien recita, casi de memoria, algunos de los secretos que envuelven al mundo de la apicultura.
«Normalmente, no hay más que una abeja reina en una colmena. Si muere, las obreras crean una nueva, alimentando a una de las obreras con una dieta especial a base de jalea real. Ese alimento hace que la abeja obrera se desarrolle hasta convertirse en una reina fértil», nos dice la experta, quien añade que al inicio todas se nutren de ese producto durante los primeros tres días del estado larval.
Por esa pasión y el amor que pone a su profesión, Olga Lidia es una de las criadoras que logran abejas reinas de mayor dimensión en Cuba, casi siempre de unos dos centímetros, las que en pleno apogeo pueden llegar a poner hasta
2 000 huevos por día, reconoce la destacada apicultora, quien no tiene temor en decir que, para ella, «las mujeres somos mejores que los hombres en esta labor».
Cuando le pregunto los secretos de esta profesión, nos dice que resultan muchos, algunos de ellos tan sencillos como que cuando vas a trabajar en las colmenas no debes echarte perfume, porque ese olor atrae la picada de las abejas. Otro es no tener miedo ni entrar en pánico cuando trabajas con ellas; más bien debes tratarlas bien, y ellas te recompensarán por ese gesto.
Cuentan sus compañeros de labor que, en su delirio por las laboriosas abejas, muchas veces se le ve hablándoles mientras trabaja, o tomando a la reina entre sus dedos, para besarla o llamarla simplemente «mi hijita». Así de sensible es la mujer más dulce de Mártires del Moncada, a quien todos consideran como una verdadera institución en el arte de la apicultura.