Los hijos de la tierra no ponen límites productivos
Para 2023, y en los años subsiguientes, desarrollarán nuevos proyectos, como el de frutales y el incremento de áreas de cultivos con sistemas eficientes de riego, la introducción de nuevas tecnologías con participación de los centros de investigación.
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Ciego de Ávila.–Dicen que el hombre tiene en su carácter la sombra y la luz del suelo donde sujeta la vida. Allá, en la zona de La Cuba, el campesino ha encontrado la prosperidad en los terrenos ferralíticos rojos.
El lugar fue famoso por tener la mayor empresa productora de plátano fruta del país –«la de Carlito Blanco» (hoy en otras funciones)–, como solían identificarla dentro y fuera de la geografía avileña–, además de que allí se asentaban tres de las mejores cooperativas de producción agropecuaria (CPA) de la provincia, similares por los niveles de producción y organización del trabajo: la Revolución de Octubre, la 26 de Julio y la Paquito González.
Sin embargo, la Empresa Agropecuaria La Cuba no es la misma de tiempo atrás. Hoy exhibe pérdidas por más de 70 millones de pesos, la CPA Revolución de Octubre se encuentra en baja productiva y la 26 de Julio fue necesario desintegrarla por ineficiencia económica y dificultades organizativas, razón por la que una parte de su patrimonio está en proceso de traspaso a la CPA Paquito González, donde todavía queda en pie la eficiencia. ¿Cómo unas organizaciones pueden y otras no en las mismas tierras?
LA PAQUITO… DESCARGAR LA ENERGÍA EN EL CAMPO
La Paquito González, cooperativa rentable desde su creación, posee un excelente taller de maquinaria, casas confortables en sustitución de bohíos, restaurante por comedor, computadoras por máquinas de escribir, amplio salón de reuniones, piscina y campo; mucho campo donde la gente del nuevo pueblo, del que hablara el escritor Onelio Jorge Cardoso, descarga las energías.
La creación de riquezas propias los ha llevado a convertirse en una CPA de futuro, con más de 40 casas construidas para los asociados y sus familiares, círculo social para el disfrute de los cooperativistas y de la comunidad, 12 casas de cultivos, 20 estaciones de bombeo y ocho máquinas de pivote central.
«Esto era un potrero con seis o siete casas. Hoy la cifra creció a más de 700 viviendas en la comunidad principal Paquito González, a lo que se agrega una tienda, un punto de venta para la gastronomía, una placita, la escuela, el consultorio del médico de la familia. No llegamos a satisfacer todas las necesidades, pero sí estamos cerca, se lo aseguro», comenta José Alberto.
Es difícil contar la historia sin referirse a dos guajiros que dieron vida y pusieron el alma en la CPA: Pipo (Edelio González), el fundador que llevó las riendas de la organización por muchos años, hasta la jubilación; y su alumno José Alberto González Sánchez, un hombre de poco decir y mucho hacer, poseedor de tantos cargos y decoro que lo llevaron a ser el único presidente de una CPA en Cuba, miembro del Comité Central del Partido, lo que lo ha motivado a mirar más hacia la tierra.
Fundada el 25 de abril de 1979 por el entusiasmo de 16 campesinos –de ellos, dos mujeres–, la Paquito González ha sido rentable desde su constitución y, en cierto sentido, ha roto esa imagen de las CPA con oficinas maltrechas, poca o ninguna tecnología de riego, y donde se conforman con trabajar dos o tres horas al día.
Una de las razones de la eficiencia económica, de las ganancias, las utilidades, y todo lo bueno que aparece en los informes de las organizaciones de vanguardia, es la unidad y el sentido de pertenencia de los 328 cooperativistas.
«En una CPA con más de 850 hectáreas de cultivos varios y ocho máquinas de pivote central que tienen bajo riego más de 400 hectáreas, es difícil atenderlas con bueyes. Tenemos 24 yuntas que las ocupamos en actividades como la siembra de boniato y la cosecha del plátano. Nos ha dado resultado en el tema del ahorro, porque los bueyes no tienen problemas con la falta de combustible, el inyector que no funciona, los neumáticos que no llegan, aunque te aclaro que es difícil sostener la cooperativa sin maquinaria».
Señala al taller, en el cual existen pocos tractores. «La mayoría están para el campo», comenta González Sánchez. Y acto seguido afirma que el índice de coeficiente de explotación de la maquinaria supera el 98 %, y el día de la visita estaba al 100 %; es decir, de 24 tractores, los 24 estaban de alta.
Tenemos todo el día para recorrer la CPA. «La gente está emigrando del campo a la ciudad», asevera, «pero en la cooperativa hay muchos brazos dispuestos porque las condiciones mejoran y la alimentación no es un problema mayor», comenta José Alberto González Sánchez; y habla de proyectos futuros, entre los que sobresale asfaltar las calles del poblado y la construcción de una minindustria para cerrar el ciclo productivo; lo primero, un poco difícil, por ahora; lo segundo, «casi en la mano».
«Una col en la ciudad de Ciego de Ávila cuesta 130 pesos, y ustedes son los culpables», le comento un poco en broma y un poco en serio. Ante el pronunciamiento, asegura que «la cooperativa no pone precio de comercialización en los mercados».
«La col la vendemos a ocho pesos la libra; es decir, una col de cinco libras, como las que ves ahí, costaría 40 pesos, pero la cogen los revendedores y le ponen el precio que ellos quieran», alega.
«Los productos agropecuarios están excedidos de precio y eso hay que resolverlo, porque los intermediarios, los comerciantes, ganan más dinero que el que produce, y eso no es correcto; pero sí hay una realidad: antes el combustible estaba a dos pesos y hoy anda por los 13 pesos y 99 centavos el litro. La corriente también subió. El precio de los insumos ha crecido más que el precio del campo. Aun sin tener puntos de venta, sin especular».
«Respecto al combustible, hemos tenido meses de recibir menos del 50 %. En noviembre, por ejemplo, nos llegó el 43 %. El poquito que nos entra es para desarrollarnos y emplearlo en lo que tenemos. Nosotros enterramos el combustible, lo convertimos en alimentos, no en humo que se lleva el viento. Y la gente lo agradece».
Hace unos días, Rafael Santiesteban Pozo, presidente nacional de la ANAP, elogiaba el quehacer de los asociados de la Paquito González. «El país necesita de muchas cooperativas como ustedes», les decía en una de las reuniones.
Tan en lo cierto estaba el miembro del Consejo de Estado que la CPA se convirtió en la primera del país en cumplir las 30 medidas prioritarias, entre las 63 que, en abril de 2021, el Gobierno cubano aprobó con el objetivo de incrementar la producción de alimentos y satisfacer demandas no cubiertas de productos agrícolas.
¡MIL QUINTALES POR UN PEDACITO DE CABLE!
Nos detenemos ante un campo de col y camina hacia nosotros Laudelino Reina Espinosa, uno de los 328 socios de la cooperativa. Llegó hace casi una década desde el municipio de Guisa, provincia de Granma.
«No puedo dejar la máquina sola, y mucho menos los cultivos. A nosotros nos robaron una vez y nunca más lo han hecho, porque no dejamos de cuidarlas», asevera Laudelino Reina.
«Por un pedacito de cable, por pequeño que sea, se pierden mil quintales de frijoles y, por consiguiente, nos afecta el bolsillo a todos. Por esa razón nos pasamos la noche caminándola a todo lo largo».
A Yudismar Zaldívar Martínez se le ha visto crecer en la CPA. Primero fue secretario general del comité de la UJC; después delegado de circunscripción y jefe de Seguridad Física y Protección de la cooperativa; y ahora es jefe de producción.
«Nosotros somos rentables desde la fundación y de ahí sale el fortalecimiento. El 70 % es lo que hemos repartido porque lo acordamos en la asamblea de asociados, el máximo órgano de dirección. Este año cerraremos con una ganancia superior a los 20 millones de pesos, y el 70 % va al bolsillo de los cooperativistas», dice.
El esfuerzo colectivo posibilitó la siembra de 473 hectáreas, la obtención de más de 70 000 litros de leche y vender al estado más de 4 000 toneladas de productos del agro, además de disponer de divisas por concepto de las ventas de carbón vegetal, ají picante y carne vacuna, por un valor de más de 300 000 dólares la cooperativa alcanzó un costo por peso de producción de 63 centavos, muestra de la eficiencia y fortaleza económica de la CPA.
Para 2023, y en los años subsiguientes, se desarrollarán nuevos proyectos, como el de frutales y el incremento de áreas de cultivos con sistemas eficientes de riego, la introducción de nuevas tecnologías con participación de los centros de investigación, todo con la intención de superar el récord de 232 000 quintales de viandas, granos y hortalizas implantado en 2002.