Leandro Perez alimenta a sus cerdos con pienso criollo
Leandro Perez alimenta a sus cerdos con pienso criollo

La tierra también «decide» en la producción porcina

Tomado del diario Granma, Por: Mailenys Oliva Ferrales

El camino de la recuperación de la masa porcina es lento y arduo, y en ese trayecto habrá que seguir «desbrozando» no solo marabú, sino también contratiempos e inercias productivas.

Granma. –Si hace 14 años atrás –cuando cortó de cuajo los augurios sobre la improductividad de aquellas tierras infestadas de marabú, donde decidió establecerse para emprender su crianza de cerdos– a Leandro Pérez Vega le hubieran dicho que, de los cultivos cosechados en su finca La Esperanza saldría la mayoría de los alimentos que ahora consumen sus 500 ejemplares de raza comercial, probablemente se habría echado a reír, incrédulo.

Para ese entonces, tal idea era casi descabellada, teniendo en cuenta que el programa porcino implementado en Cuba se basaba en una cría intensiva en la que el Estado garantizaba el 70 % de los alimentos (pienso industrial nacional e importado) y los porcicultores asumían solo el 30 % restante con producciones propias que, dicho sea de paso, en muchos casos nunca se concretaron en el surco.

«Siempre creí que no debía depender solo del pienso industrial, y por ello dediqué mis tierras a la siembra de alimento animal», comentó a Granma Leandro Pérez, mientras muestra satisfecho una robusta plantación de maíz en la entrada de su finca (enclavada en la comunidad rural de Molino Rojo, en Bayamo), donde tiene cultivadas 12 hectáreas de yuca Y4 y Y7, girasol, sorgo y soya; y otras 12 en fomento, que le fueron otorgadas recientemente.

«Para todos los productores fue muy difícil dejar de contar con el pienso que venía del barco casi directo a las cochiqueras, pero el que no preparó tierras está ahora en un bache mucho más duro, porque tiene que empezar de cero», añade el porcicultor granmense, a sabiendas de que las limitaciones enfrentadas por el país con la importación de piensos industriales ha sido una de las causas directas de que, de los 14 000 productores cubanos que en 2017 tenían convenios estatales para la crianza de cerdos, en el actual calendario no lleguen a 2 000 los vinculados al programa.

Ante esta compleja realidad, Leandro Pérez es de los que aseguran que urge «sacarle el zumo a la tierra» como principal alternativa para «echar pa’ lante» la producción porcina, aunque no sea un secreto que ese es un proceso más dilatado y costoso.

«No solo es tener la tierra y la semilla para sembrar; es disponer, además, de liquidez y la fuerza de trabajo para cultivar ese producto, cosecharlo, secarlo, molinarlo y después convertirlo en alimento animal», reflexiona el productor.

«Por ejemplo, en el caso de la soya, el rendimiento promedio solo es de 1,8 o dos toneladas por hectárea, y además, no tenemos una industria en la cual se pueda llevar la cosecha para que la sequen, le extraigan el aceite y los porcicultores obtengamos el alimento.

«Yo tengo que poner obreros a secarla manualmente, para luego tostarla, molinar la gruesa y después remolinar la fina, porque contiene un elevado índice de grasa; y algo similar ocurre con el resto de los cultivos», afirma Leandro Pérez, cuyas cosechas derivan en un pienso criollo que ronda el 14 % de proteínas, y el cual obtiene con dos pequeñas máquinas «nacidas» de varias innovaciones realizadas por los propios trabajadores de La Esperanza.

No obstante –como reconoce el destacado porcicultor granmense– con la puesta en marcha de las 63 medidas para oxigenar el sector agrícola también se ha favorecido la producción porcina, con ventajosas modificaciones a los procesos de contratación; el pago a tiempo, y el acceso expedito a la compra de insumos con tarjetas en moneda libremente convertible (MLC).

«Es cierto que hemos tenido que comenzar a adaptarnos al cambio de la matriz productiva tradicional (ahora el porcicultor asume el 70 % de la producción y recibe un 30 % de pienso inicial para las precebas), pero yo mismo ya he comprado 20 toneladas de pienso extras por MLC, que es una inversión de mi sacrificio con la cual he mejorado el balance proteico de la masa», detalla.

Sin embargo, subraya que donde se gana hoy la verdadera pelea es en el surco. «Al puerco de ceba hay que darle lo que lleva y cuando lo lleva, para poder lograr que alcance el peso comercial en el tiempo estimado; es decir, que no le puede faltar la comida, esa misma que ahora sale de la tierra».

MUCHA TIERRA Y POCAS SOLICITUDES

Aunque el proceso de entrega de tierras en usufructo es un programa único, contempla varias prioridades, entre las que se encuentran las áreas para el cultivo de alimento animal.

Ramón Sánchez Guerra, jefe del Departamento de Control de la Tierra en la Delegación de la Agricultura de Granma, señala que en la provincia existe un potencial histórico de 817 criadores porcinos, de los cuales poseen tierras 720; y los restantes 97 son criadores de traspatio.

Este año, apunta el directivo, en el territorio solo se han tramitado 37 solicitudes de porcicultores para incrementar sus áreas de siembra. De esa cifra, hasta mediados del pasado mes de junio ya se habían entregado 27 de ellas, para un total de 378 hectáreas, a razón de una hectárea por cada 20 cerdos; y quedan en proceso diez solicitudes que se encuentran dentro del término establecido.

Pero más allá de los números, el proceso de entrega de tierras en usufructo ha constituido una de las principales preocupaciones de los porcicultores cubanos, quienes así lo expusieron en el encuentro sostenido con la máxima dirección del país, en abril último.

Como acuerdo de esa reunión, explica Sánchez Guerra, aunque no se modificó ni suprimió ningún paso del proceso, sí se indicó dinamizarlo. «Bajo esa premisa, en Granma se han adoptado alternativas como el empleo de comisiones integradas que van a las bases productivas y a los consejos populares; así como la concentración de solicitudes para agilizar y facilitar las mediciones en el terreno, lo que nos ha permitido no tener expedientes fuera de término», puntualiza.

A pesar de ello, el directivo advierte que el plazo estipulado para conformar y aprobar un expediente –que debe transitar por una cadena de pasos en la que intervienen varios organismos– sigue siendo muy largo. «Es un trámite burocrático y de mucho papeleo, que podría tener transformaciones», sugiere.

Sin despejar esa variable, el jefe del Departamento de Control de la Tierra en Granma recalca que, a pesar de no existir limitaciones para la entrega (a los porcicultores) de tierras destinadas a la línea de producción de alimento animal, en la provincia aún es bajo el número de radicaciones por este concepto.

«Todavía hay falta de motivación en los productores porcinos para la siembra, e independientemente de los rigores y altos costos que ello implica, cuentan con naves y condiciones; lo que necesitan es más tierra para producir, y la tierra está disponible», concluye.

DESDE LA EMPRESA PORCINA

Si las cifras ofrecidas por la Delegación de la Agricultura de Granma inquietan, las aportadas por la Empresa Porcina del territorio pueden quitar hasta el sueño.

Omar Chacón Sosa, director de Técnica y Desarrollo de la citada entidad, revela que tras la significativa reducción de la importación de piensos, muchos productores se retiraron del programa, y otros que sí se mantuvieron lo hicieron realizando entregas de carne, pero mediante vías que no correspondían al contrato convencional.

«Esos convenios llegaron a quedarse en cero», recuerda el directivo, quien agrega que, entre las acciones adoptadas para revertir ese escenario desfavorable, se encuentra la selección inicial de 57 productores interesados en fomentar la siembra de alimento animal, de los cuales solo diez ya «arrancaron».

«La falta del componente proteico en la alimentación animal es hoy uno de los factores que inciden en que los porcicultores no soliciten más tierras, por lo que desde la empresa estamos enfrascados en la compra de semillas de soya para vendérselas», asegura Chacón Sosa.

Asimismo, impulsan encadenamientos productivos, promueven la crianza de cerdos de capa oscura, y estimulan la reincorporación al programa porcino con nuevas variantes en la contratación, y con conciliaciones en MLC, que permiten importar piensos industriales.

Pero, amén de esas prerrogativas, el camino de la recuperación de la masa porcina –en Granma como en toda Cuba– es lento y arduo; y en ese trayecto habrá que seguir «desbrozando» no solo marabú, sino también contratiempos e inercias productivas, para lograr «sembrar» la certeza de que sí es posible cosechar en tierras propias la comida que necesitan  los cerdos.



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Tomado del diario Granma, Por: Mailenys Oliva Ferrales31/07/2022

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