Finca Marta o la parábola de las oportunidades
Por: Isabel González Pérez / http://artemisadiario.cu
Fundada hace poco más de diez años, en un terreno improductivo de Caimito, y una de las casi tres centenas de mipymes artemiseñas, el proyecto agroecológico Finca Marta, como se autodenominan, escala peldaños antes inimaginables.
De a poco y con constancia ha sabido demostrar su capacidad productiva a través de un eficiente y novedoso sistema de gestión empresarial, con orientación tecnológica, que le ha permitido generar utilidades crecientes y beneficios para la familia y los trabajadores de este sector.
De conformidad con esta metodología, Finca Marta madura otro proyecto paralelo de grandes inversiones y pretensiones en la Comunidad Siete Arroyos -al menos una decena de fincas- para diversificar ofertas e incrementar las producciones naturales, con mecanismos que no dañen el ecosistema y protejan el medio ambiente, a la vez que oxigenan la economía local, capacitan nuevos productores e incrementan las tierras de cultivo.
Venta especial para el pueblo
Con vista a las comunidades, han establecido un punto de venta para la población; con regulación en los precios que, según Roberto Sánchez Medina, director técnico de la Finca, “como parte de nuestra responsabilidad social empresarial, ofrece productos a precios más accesibles”.
Toda buena empresa, con cimientos firmes y propósitos nobles, sabe que la verdadera riqueza radica en el ojo del cliente, y que este puede hallarse, muchas veces, en el lugar menos pensado.
El punto de venta “se creó también con el objetivo de aumentar la cultura agroalimentaria en el municipio, pues se ofertan productos que las personas normalmente no conocen o no suelen usar en la cocina diaria, como cilantro, perejil, romero… que son muy saludables y con ricas propiedades alimenticias”, aclara Reinaldo Ramos Hernández, responsable del punto, sita en la calle Central, en Caimito.
El referido lugar -al momento de este reportaje -tenía en oferta puré de tomate, un kilogramo a 220 cup; calabaza a 20lb, ají cachuhca 35lb; pasta de cebolla y de ajo a 60 y 100 cup respectivamente; los paquetes de cilantro a 30 cup, perejil a 60 cup y anís a 30 cup; y ají cachucha a 45 cup (dos potes).
Además, han tenido melón, mango, mamey, de gran aceptación; posturas variadas; aparte, cuentan con plantas ornamentales, sobre todo cactus, en pequeños formatos.
Si tan sólo, juzgamos estos precios respecto a los del resto del mercado, resulta como mínimo una alternativa ostensible y necesaria en cualquier hogar.
“Lo que hacemos es evaluar los valores más comunes y fijar los nuestros por debajo, siempre considerando no afectar la economía de la empresa”, explicó Ramos Hernández.
Sánchez Medina, aseguró que la idea es mejorar las condiciones del local y ampliar las propuestas paulatinamente. Y explicó que “ya tenemos la autorización del gobierno para el uso del local, aunque aún falta el traspaso oficial para su administración, pero es cuestión de tiempo”.
El local de venta se ocupó desde diciembre del 2022, con perspectivas de climatización para conservar mejor los productos, con exhibidores y mayor estética en el futuro.
Aunque es un sitio pequeño, es funcional y acogedor, sólo resta ultimar los detalles para comenzar las reformas.
La filosofía del bien
En continuo laborar, el personal asociado a Finca Marta y el proyecto en sí, se caracterizan por trasladar la filosofía del buen trato al cliente, la educación y cultura agraria, que en el territorio representa el eje central de la economía y una fuente de trabajo infravalorada.
Más allá de los ingresos, Finca Marta también ve la necesidad de contribuir, abonar a esos sectores de la población más vulnerables. A mi visita, tenían listo un paquete de donación de 40 kilos de calabaza e igual cantidad de paquetes de pasta de cebolla destinados a los hogares de ancianos, el materno y círculos infantiles de la localidad.
La imagen que proyectan, siempre, halla cabida en la sensibilidad, la función social de ser útiles es aliciente ante los complejos momentos que atraviesa la economía cubana.
A veces -y de ello fui testigo-, sin contabilidad, surge espontáneamente la ocasión para ayudar a algún necesitado que pase, con una bolsa de puré o algún otro producto, basta para servir de buena voluntad a alguna familia caimitense.
Y de multiplicar a Finca Marta, sus voluntades y saberes, se trata, pues convertirla en excepción no aporta a la soberanía alimentaria que a nivel local, toma tanto auge por este tiempo.
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