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Riego del suelo

El riego y su influencia en el suelo

Por: Arcadio Ríos (IAgric), y Grupo WEB MINAG.

La disponibilidad de agua en el suelo es imprescindible para el buen desarrollo de los cultivos, pero este vital recurso varía constantemente por diversos factores climáticos, por lo cual es necesario acudir a las diversas técnicas de riego, siendo entre ellas las más usadas la aspersión y el aniego.

LOS EFECTOS DIRECTOS DEL RIEGO

El más importante de los factores climáticos es la insuficiente cantidad de lluvias, que provoca el llamado “estrés hídrico” en las plantas, mientras que lluvias excesivas hacen que estas mueran por el encharcamiento, debido a que en esa situación sus raíces no pueden oxigenarse debidamente. La alta humedad favorece también la proliferación de plagas y enfermedades en las plantas.

El riego oportuno y en la cantidad requerida es indispensable en momentos de déficit de humedad, pero un riego inadecuado, insuficiente, o en exceso es también muy dañino.

Las boquillas de las máquinas de pivote central y de los cañones de aspersión producen chorros de agua a alta presión que al impactar contra el suelo incrementan la compactación, sobre todo cuando el terreno está bien mullido. La alta compactación de los suelos, provocada principalmente por los equipos agrícolas, pero incrementada por el riego, afecta al 37,3 % de nuestras áreas agrícolas.

El riego por surcos tiene también efectos muy adversos además del gasto excesivo de agua en comparación con la aspersión. Al desplazarse, la corriente de agua arrastra parte del suelo fértil superficial, así como los nutrientes naturales e incorporados que contiene, lo cual debe evitarse, ya que el 69,6 % de los suelos cubanos tiene bajo contenido de materia orgánica y la erosión fuerte o media afecta al 43,3 %.

Y aunque con el riego por surcos la presión sobre el terreno es mínima, el solo efecto de la humedad contribuye también al incremento de la compactación.

FACTORES INDIRECTOS

También hay factores indirectos relacionados con el riego que tienen mucha importancia en la conservación del suelo.

La excesiva explotación de los acuíferos (agua que puede extraerse del subsuelo), y de las fuentes de agua superficial (ríos y embalses), trae como consecuencia el avance de las aguas salobres, que hacen inadecuados a los suelos para su uso agrícola o limitan grandemente su productividad. El 14,9 % de nuestros suelos de vocación agrícola están afectados por la salinidad, debido principalmente a la sobreexplotación de los acuíferos y al deficiente drenaje.

El riego también puede acelerar la contaminación química, sobre todo cuando se realizan prácticas de fertiirrigación o de aplicación de productos fitosanitarios, que son arrastrados por el agua o aportados en exceso junto con esta.

Y muchas veces ocurre que se extrae agua para riego de fuentes contaminadas y por esta vía se aportan a los terrenos agrícolas diversos componentes químicos u orgánicos nocivos. Los más comunes son los arrastres de derivados del petróleo procedentes de derrames de combustibles o lubricantes, de mostos de destilerías, de aguas portadoras de desechos químicos procedentes de diversas industrias, etc.

Pero también son peligrosos los organismos nocivos que pueden aportarse con el agua de riego. Por ejemplo, las aguas negras procedentes de los drenajes de los pueblos y ciudades, si no han sido previamente tratadas, son altamente peligrosas porque contienen grandes cantidades de bacterias causantes de enfermedades a las plantas y a las personas, así como metales pesados (plomo, cromo, níquel), que son dañinos para la salud.



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Por: Arcadio Ríos (IAgric), y Grupo WEB MINAG. 07/07/2022

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