El cacaotal en su laberinto

Vaivenes financieros, climatológicos y energéticos complejizan el panorama del sector cacaotero en la Primada de Cuba; pero los productores les plantan cara

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Baracoa, Guantánamo.–El silencio inquieto del productor deja oír el lenguaje filoso de su machete, ocasional bisturí de los cacaotales: extirpa un gajo marchito, derriba bellotas secas, destaja cuanto peligro encuentra en la anatomía del árbol adulto. Arte y sapiencia se juntan en la ejecución de la profiláctica «cirugía», recurso del «cirujano» para defender la salud amenazada de sus «pacientes».

A Róiber Mezón, cuentan los vecinos, no es extraño encontrarlo en sus dominios agrícolas a esta hora, «así, sudoroso», aunque el Sol, pasadas las seis, ya no caliente la tarde en estos predios de Baracoa.

Ese hábito –también lo dicen– se parece más a la regla que a la excepción entre los agricultores de por aquí. «Válganos la costumbre, porque al cacao o lo atiendes bien o no te deja provecho», abrevia el labriego en su pequeña finca del valle Consolación-La Alegría, formidable emporio cacaotero del municipio que le da a Cuba el 85 % de toda la producción nacional del delicioso y bien cotizado rubro.

ENCRUCIJADA

La mirada de Róiber tropieza con una mazorca de faz desnutrida; va por ella, la examina de cerca y reniega con la cabeza: «raquítica, no tiene talla ni peso –y blasfema–; ¡malditos!».

–¿Malditos quiénes?

–¡Uf –hiperboliza, con bien tallado vocabulario–, los mil y un sinsabores! No llueve, faltan herramientas, abonos; las bellotas casi no tienen miel; hay problemas con el pago de la divisa.

De estos inconvenientes había hablado Neoselvis Navarro Blet, directora técnico-productiva de la Agroforestal y del Coco Baracoa, empresa que asume la producción del cacao en el municipio. «En los últimos cinco años –explica– no hemos podido aplicar nitrógeno, fósforo ni potasio; solo materia orgánica como abonos».

Parálisis por roturas de equipos y vaivenes financieros, climatológicos y energéticos embrollan un panorama de por sí complejo en ese sector de la Primada de Cuba, donde fue preciso empezar literalmente de cero, después de que casi todo lo arrasara el huracán Matthew.

La sequía –esa vampira– ha venido en 2023 a los cacaotales de Baracoa a chuparse las mieles de las bellotas que brotan del prodigioso árbol, las «desangra» con la misma avaricia que les niega la humedad a los suelos y entorpece las campañas de siembra.

Una suerte de «bombardeo termobárico natural» fue constante aquí en el primer semestre del año. Neoselvis Navarro le pone cifras y ejemplo al impacto adverso del clima sobre el cacao: «tras un cuatrienio sembrando 300 hectáreas como promedio por año, en lo que va de este disminuye esa media, precisamente por la sequía.

«En cosechas normales –compara Neoselvis– obteníamos un quintal de pulpa de cacao por cada 350 o 400 mazorcas. Para extraer ese mismo volumen este año consumimos más de 600 mazorcas. De enero a junio no llovió nada; la sequía deja a los granos sin miel, merma su peso».

Al cierre de junio de 2022 ya la empresa acumulaba más de 700 de las casi 1 100 toneladas de pulpa de cacao que logró en ese año. En el primer semestre del actual no rebasaba las 500. A partir de julio ese volumen creció algo; aun así, peligra el cumplimiento del plan.

DEBEMOS PORQUE NOS DEBEN

Cada vez que el bolsillo advierta la ausencia de MLC –ganada con sudor en los cacaotales, con puntualidad en la entrega de un producto obtenido «a pulmón» pese a todo–, cualquiera de los 1 443 cacaoteros de Baracoa podría cuestionar como lo hace Róiber Mezón: «Aparte de la moneda nacional, en la cosecha anterior gané mis MLC. Los necesito y no los he recibido, tampoco los de este año».

En tal sentido, la ingeniera Neoselvis Navarro Blet, tras referir mejoras en la retribución monetaria a los cacaoteros –por cada quintal de cacao de primera reciben 720 pesos y ocho en MLC–, confirma que en la entrega del componente en divisas hay brechas, y se las atribuye a demoras en los pagos a su empresa por parte de la unidad empresarial de base (UEB) Derivados del Cacao Baracoa.

La entidad de marras le compra a la Forestal y del Coco la materia prima del chocolate, la procesa y le vende sus derivados principalmente a Stela, una empresa con asiento en La Habana.

Según Pedro Azahares Cuza, director de Derivados del Cacao Baracoa, como acreedora, su industria recibe los pagos de Stela en los términos acordados, y en esa misma medida honra los débitos con su coterránea, que le suministra el cacao.

Al respecto, Ogli Pérez, director económico de la Forestal y del Coco, asegura que Derivados del Cacao le debe 845 000 MLC a la empresa que él representa, y, contra lo acordado –cuestiona–, los pagos se los ejecutan en cuantías desproporcionadamente inferiores a los montos que el referido cliente recibe por las ventas en divisas, lo que mantiene a la entidad de Ogli endeudada con los productores. «Solo de la cosecha anterior les debemos más de 400 000 MLC».

Esta cadena de impagos parece tener su extremo primario en probables fallas de nacimiento de los convenios vendedor-comprador, los cuales involucran a los dos citados actores económicos estatales de Baracoa, y a la también mencionada empresa capitalina. Al menos eso se infiere de la explicación ofrecida por representantes de las entidades baracoenses implicadas en el asunto.

Si en este caso, como parece, los convenios no establecen fechas límites para el pago de los productos, o si en ellos se alargan demasiado los plazos, los firmantes habrán dejado una brecha que debilita el texto como instrumento legal de sus relaciones económicas, y, en consecuencia, no le garantiza la debida efectividad a la interacción entre ellos.

MÁS ALLÁ DE LAS SOMBRAS

Hay luces, a pesar de los contratiempos que en la Agroforestal y del Coco han tenido que aprender a «torear». En el diseño para impulsar al cacao baracoense en los próximos siete años, ciertas cifras saltaron ya del papel a los cacaotales, y sobreviven al actual laberinto. Más de 3 300 hectáreas sustentan la producción de ese cultivo, típico del paisaje que envuelve a la hermosa villa fundada en 1511 por Diego Velázquez.

A Granma, que anduvo por esos predios, el verdor en algunas áreas por momentos le pareció enigmático e inexplicable en medio de la sequía. ¿Altanería vegetal? No. Empeño, ciencia, empirismo, orgullo de cacaoteros.

Hay un poco de todo eso también en el semblante del vivero de Mabujabo, garantía de 150 000 posturas. A ellas se sumarán otras 250 000 cuando esté lista una instalación similar que se levanta en el polo Jamal-San Luis, premisas para renovar y ampliar hasta 2030 los cacaotales de Baracoa, y a partir de esa etapa entregar las 4 000 toneladas del fruto que demandará cada año la fábrica en la Primada.

Hay luces en las 500 hectáreas favorecidas por el drenaje construido a fuerza de remendar retroexcavadoras rotas, y en la tendencia alcista de los rendimientos agrícolas de los últimos años –sin más abonos que los orgánicos–, al margen del actual bache impuesto por la sequía.

Hacia destino foráneo navegan 200 toneladas de cacao, con las cuales la Agroforestal y del Coco Baracoa sobrecumplió su compromiso de exportación del producto para el presente año.

¿Qué tal si, por justeza, consideración y respeto a sí mismos, y a sus acreedores, los implicados en la cadena de impagos le conceden máxima prioridad al asunto, y la revierten? Saldar la deuda es autosanear la imagen, y en este caso sería como añadirle otra luz al futuro del cacao baracoense. Por la brecha de los susodichos impagos, a la economía de Cuba pudieran estar escapándoseles reservas no despreciables. La cuestión va más allá de la Agroforestal y del Coco.

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Por: José Llamos Camejo | internet@granma.cu09/09/2023

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