Cirugía y Bienestar Animal
Por: Dr. Víctor Manuel Rodríguez Sosa, MV, MSc.
Profesor Auxiliar de Cirugía experimental y Microcirugía Jefe del Centro de Cirugía Experimental (CENCEX). Facultad de Medicina “Victoria de Girón” Universidad de Ciencias Médicas de la Habana.
Miembro del Comité Nacional de Bienestar Animal de Cuba
Las normativas y leyes como políticas para la protección animal se iniciaron en la década del 20 del presente siglo XXI, aunque una nueva generación de normas, disposiciones y decretos más específicas comenzaron a aparecer ya desde finales del siglo XX, muchas de ellas derivadas de acuerdos y convenios internacionales entre países y específicamente por la legislación europea.
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) planteó en 1962 su preocupación pública al respecto y por primera vez, la necesidad de establecer un control universal de especies de la flora y la fauna, que evitase la extinción de las especies y la pérdida de la biodiversidad y actualmente ya se cuenta con disposiciones tales como la protección de la fauna silvestre, de los animales domésticos, de los animales en explotación ganadera, de los animales empleados en el transporte, en el momento del sacrificio y de los utilizados para la experimentación y otros fines científicos.
La Organización Mundial de la Salud Animal (OMSA), establecida en 1924 con sede en Paris, Francia y que cuenta actualmente con un total de 183 países miembros, entre los que se encuentra Cuba como signataria, es la responsable de la elaboración de normas en materia de bienestar animal y a través de la adopción de sus políticas exhorta a sus países miembros a aplicarlas en áreas claves como son el transporte, sacrificio y matanza de ganado con fines de control de enfermedades, así como para el control de poblaciones de perros callejeros y el uso de animales en la investigación y la educación.
Se entiende por bienestar animal, el adecuado estado físico y mental de un animal en relación con las condiciones en las que vive y muere y sus principios se basan en que los mismos deben vivir y desarrollarse en condiciones que permitan su subsistencia como especie; deben ser atendidos, cuidados y protegidos por el hombre, para crecer al ritmo natural según su especie, con la satisfacción de sus necesidades básicas (alimentos y agua segura para evitar el hambre y la sed); no deben ser abandonados, ni sometidos al maltrato y acciones degradantes; la muerte debe procurarse que sea instantánea, indolora y no generadora de angustia; elegidos como animales de compañía se les debe respetar la duración de la vida, conforme a su longevidad natural y aquellos, denominados de trabajo, se les debe limitar el tiempo y la intensidad de su labor, se les ofrece una alimentación reparadora y garantiza su reposo.
En Cuba, después de largos años de trabajo por parte de la Comisión, hoy Comité Nacional de Bienestar Animal de Cuba, conformado por diferentes profesionales, entre ellos médicos veterinarios, y liderado por la Dra. María Gloria Vidal Rivalta, a solicitud del Ministerio de la Agricultura (MINAG) se crea un Grupo Temporal de Trabajo formado por funcionarios del propio ministerio, de otros ministerios, de las asociaciones y otras organizaciones, profesionales del Comité Nacional de Bienestar Nacional, del Centro Nacional de Salud Animal (CENASA) y de la Facultad de Derecho de la Universidad de la Habana para finalmente concluir después de una ardua labor, que incluyó la opinión de la población y de grupos y asociaciones animalistas, con la conformación del actual Decreto-Ley No. 31 de Bienestar Animal que entró en vigor luego de su publicación el 10 de abril del 2021 en la Gaceta Oficial de la República de Cuba, lo que permitirá un mejor trato de los animales en nuestro país.
Este Decreto-Ley responde a las preocupaciones y necesidades planteadas por animalistas y organizaciones del país durante varios años y regula los principios, deberes, reglas y fines respecto al cuidado, la salud y la utilización de los animales. Lo contenido en el documento está encaminado a garantizar el bienestar de los animales con el enfoque de «Una Salud», en el que la sanidad humana y la animal son interdependientes y están vinculadas a los ecosistemas en los cuales coexisten.
El bienestar animal debe aplicarse en todos aquellos lugares donde se tienen o trabaja con animales tal es el caso de los centros de investigación o las clínicas de veterinaria donde se realizan intervenciones quirúrgicas ya sea con fines investigativos o tratamientos a patologías específicas, respectivamente.
La cirugía es la rama de la medicina que trata las enfermedades y accidentes, mediante procedimientos manuales e instrumentales. Es una palabra que proviene del griego y etimológicamente significa: Kheir, que quiere decir mano, y ergon, que significa trabajo.
La cirugía veterinaria se diferencia principalmente de la humana en que los pacientes que se atienden son distintas especies de animales, ya sean estos de granja, los llamados afectivos o mascotas o los de experimentación, cada uno con características diferentes. Es por ello que el cirujano veterinario, en general, se diferencia de la especialidad clínica, porque para el diagnóstico y tratamiento de una patología, requiere de la actividad manual mediante el empleo de equipos e instrumentos, incisiones, suturas y técnicas específicas, que es a lo que globalmente se denomina comúnmente operación.
El bienestar animal se define como lo relativo al confort animal y concretamente, es la realidad que considera al animal en un estado de armonía en su ambiente y la forma por la cual reacciona frente a los problemas del medio, tomando en cuenta su confort, su alojamiento, trato, cuidado, nutrición, prevención de enfermedades, cuidado responsable, manejo y eutanasia humanitaria cuando corresponda.
El elemento esencial del bienestar animal, desde un primer momento, estaría dado cuando un animal, que presenta alguna patología, es visitado por un veterinario o trasladado a una instalación que brinda servicios veterinarios. Esto le provoca estrés, que en unos animales, es más evidente que en otros, pues no están asociados al nuevo ambiente, a la presencia del veterinario y mucho menos a las ataduras u otras formas de inmovilización o manipulación, pudiendo reaccionar de diferentes maneras e incluso incrementar su nivel de excitación y desorientación. Si por el diagnóstico, necesita de una cirugía, sea esta menor o mayor, se deberá tener en cuenta este estado y minimizar la angustia que provocará el manejo preoperatorio, la técnica quirúrgica en cuestión y la etapa postoperatoria. Esto puede conseguirse empleando los llamados tranquilizantes, que se utilizan previos a la exploración, curas o administración de fármacos anestésicos, y en caso de existencia de dolor, se emplearán entonces analgésicos. Ambos se utilizarán teniendo en cuenta, el tipo, las dosis y la duración de los tratamientos y dependerá de la especie animal, del temperamento y del tipo de cirugía a realizar, suministrando además, buenos cuidados.
Se debe escoger el anestésico apropiado y su vía de administración según el tipo de intervención a realizar que promueva una recuperación más rápida y debe tenerse en cuenta emplear las técnicas de sutura y protección de las heridas aplicando lo mejor posible, las medidas de asepsia y antisepsia operatorias. Colocado sobre la mesa quirúrgica, conviene monitorear las funciones respiratorias y cardíacas y durante el transoperatorio, se protegerá al animal de ser posible, de la hipotermia, la deshidratación y la pérdida de sangre. En ocasiones se hace imprescindible la intubación endotraqueal, sobre todo si hay compromiso respiratorio.
Durante el período postoperatorio inmediato no debe dejarse al animal sin vigilancia hasta que este se haya recuperado. Existen fármacos para revertir la anestesia y acelerar el proceso de recuperación. En esta etapa, se debe remover el tubo endotraqueal si fue colocado, retirar cánulas intravenosas si fuera necesario, cambiar de posición frecuentemente al animal para evitar problemas vasculares y respiratorios y registrar los parámetros fisiológicos. Todo esto debe realizarse en un local y ambiente apropiados. Según la intervención efectuada, se atenderá la herida y se retirarán los drenajes, puntos, catéteres, etc. según la indicación del cirujano.
El posoperatorio a largo plazo contempla una dieta especial, medicación diaria, temporal o permanente, fisioterapia o cualquier otro tipo de terapéutica y debemos mantenernos atentos a la aparición de infecciones quirúrgicas, dehiscencias u otras complicaciones. De vital importancia en esta etapa es la de minimizar o erradicar cualquier dolor o angustia en el animal.
Manteniendo estas sencillas reglas como cirujanos veterinarios, estaremos mejorando el bienestar animal y por ende la calidad de vida de nuestros animales.