Avicultores por la dicha de contar y contar
28 de mayo 2024
Las mañanas y las tardes de Laritza, hace unos 1 400 días, que resumen casi cinco años, las dedica a recoger huevos en una de las naves del Colectivo Laboral Venezuela Libre, en la carretera El Porvenir, finca Jesús María, Consejo Popular El Lavandero, perteneciente a la Empresa Avícola de Artemisa (AviArte).
Bien recuerda tiempos tristes, y cuenta cómo «a pesar de madrugar recogía si acaso un file entre pocas gallinas, sin embargo ahora no paro. Hoy mismo han pasado por mis manos casi 30 000 posturas, de las 47 600 que como promedio producimos en la granja cada día.
Cuatro hectáreas sembradas con maíz, calabaza, frijoles…, más un pequeño lote de cerdos, son otras motivaciones de los obreros de Venezuela, una suerte de siempre contar con un refuerzo para la alimentación, concretar el qué llevar a la familia y poder sumar ingresos tras la venta de tales productos, comercializados también en feria.
Asimismo, ancla sus días a Venezuela Libre la joven Yalixtzin Quicutis Marín, con 23 años funge como Jefa de Producción, y es que «casi fui criada dentro de estas naves, donde mis padres y abuelos dedicaron toda su existencia a la avicultura, de los 60 años que celebramos este 22 de mayo, más de 40 tienen huellas de mi familia».
Donde primero llegó el huevo
Entre las ocho unidades empresariales de base y los 34 colectivos laborales de AviArte, resalta la Planta de Incubación Eduardo García Lavandero, en predios artemiseños, por estos días con una de cal y otra de arena, más cemento, pintura… y todo cuando puede mejorar, tanto los niveles de producción como la calidad de vida de una cuarentena de obreros.
Por largos y anchos pasillos, con incubadoras y otras áreas, la joven Yamilka Puig Estrada, jefa del colectivo, revisa cada detalle de la reparación de los filtros sanitarios, la carpintería, el drenaje, los enchapes, la hidráulica, el repello… y otras acciones que, indistintamente, se concluyen para este 22 de mayo celebrar como toca.
«Contamos con 30 máquinas incubadoras con capacidad para 19 200 huevos. El reto de la empresa está en que sus tres granjas reproductoras de huevo fértil, lleguen a la planta con esa cantidad, aunque también posturas desde Pinar del Río.
«Hace dos meses eran muy insuficiente los huevos, por la edad de las gallinas y otras dificultades. Decidimos esperar el remplazo, y mientras aprovechar estos dos meses en lograr condiciones idóneas, incluso nos preparamos para convenios extranjeros a favor de la producción de pollitos que inicien nuevamente el ciclo por y para más huevos».
Así nos lo confirma la exoficial de la Marina, vecina de El Porvenir, que situaciones familiares de la vida la llevaron a este centro, y su constante aprendizaje la ubicó como líder.
Un autoabastecimiento también es parte de su desvelo diario, pues «si ya nos satisface la cosecha de tomate, habichuelas, calabaza y demás producciones, no hay marcha atrás y sí otros surcos por sembrar», asegura.
Mirada fija en el crecimiento
Que Artemisa produzca cerca de 227 000 huevos cada día, y cubra así los 2,3 millones necesarios para que nos lleguen al menos cinco a los consumidores artemiseños, a través de la canasta básica, no es la mejor noticia; no obstante, nos alegra, pues en esas cifras va la voluntad de un sector de mujeres y hombres, a veces cansados, siempre sudorosos, pero nunca vencidos.
Si logramos antaño ser la mayor productora de huevos del país, bien alto está el reto en momentos complejos. Sin embargo, 1 374 trabajadores apuestan por olvidarse de los planes y pensar en la satisfacción, esa aún distante si el mercado popular, injusto y callejero cambia por 100 pesos un solo huevo.
De las granjas artemiseñas, de sus colectivos laborales, de las manos de su gente sencillísima y laboriosa, también se abastecen los consumidores de la Capital de todos los cubanos, niños de círculos infantiles, enfermos hospitalizados, extranjeros que nos visitan, y ojalá mañana ese conteo dé para comprar los deseados, e incluir en la lista a las nuevas formas de gestión.
Cierto, para eso habrá que tener estable la alimentación, pero no depende de los avicultores, bien sabe cada uno de ellos que lo suyo es lograr calidad en el manejo de las aves, y que estas les devuelvan, tal como a Laritza, la dicha de amanecer, tal vez más temprano que muchos cubanos, para poder contar y contar miles de huevos en cada jornada.