Amar sin esperar nada a cambio

Por: Ariel Torres Amador

3 de abril 2024

Bernardo cuida de forma muy celosa cada uno de sus canteros y cultivos adyacentes fotos de Ariel Torres Amador
Bernardo cuida de forma muy celosa cada uno de sus canteros y cultivos adyacentes/ fotos de Ariel Torres Amador

Amar lo que se hace siempre regocija el alma, máxime cuando los sacrificios y ahíncos empeñados en sacar adelante la tarea que se ama, brindan resultados dignos de admirar.

Bernardo Samuel Reyes Torres es una de esas personas que trabajan por amor, sin esperar nada a cambio, salvo la recompensa que puede devolverle la tierra. Hace varios años decidió literalmente “labrar un camino” en lo que otrora fuera un monte firme convertido en basurero.

Hoy, de escombros y desechos no queda nada. En su lugar emergen plantaciones diversas, que son tanto de su orgullo como de la comunidad donde habita.

DE BASURERO A PATIO DE EXCELENCIA

No existe un pedazo de tierra ociosa en este patio fotos de Ariel Torres Amador
No existe un pedazo de tierra ociosa en este patio/ fotos de Ariel Torres Amador

Según cuenta Bernardo, comenzó desde muy niño a aprender sobre todo lo relacionado con la tierra, su manejo y sostenibilidad, gracias a las enseñanzas de su tío, pues bebió de todo el caudal y el bagaje ancestral que este le proveyó.

“Mi tío era una persona con uno modales férreos y una muy buena disciplina. Una persona muy dedicada a cada asunto que se empeñara, y con él fui aprendiendo de la vida.

“Siempre me inculcó que si se le dedicaba amor a la tierra, esta te lo devolvería multiplicado, y tenía razón. Y lo más impactante es que cultivábamos solo a base de componentes orgánicos, con prácticas agroecológicas, nada de químicos”.

Bernardo asegura que, al mudarse para el municipio de Consolación, tras su divorcio, se quedó con la casa que posee hoy, la cual estaba rodeada de un solar yermo lleno de basura, escombros, desechos sólidos de todo tipo y monte firme.

Fue cuando decidió a poner en práctica las enseñanzas de su tío en aquel palmo de tierra, pues el momento no podía ser más idóneo, eran los días en los que la Covid-19 estaba más agresiva en nuestro país.

“Decidí aislarme por mis condicionantes y mis padecimientos y me dije, ‘necesito hacer algo’. Entonces pensé en la idea de transformar el escenario que me rodeaba, y de forma segura contacté, poco a poco, con mis vecinos para que me prestaran las herramientas que tuvieran a mano.

“Así, con una pala, un pico, una guataca y un machete desmonté todos los matojales y hierbas malas, y me deshice de toda la basura de los alrededores. Dejé mi patio limpio y listo para lo que tenía en mente: sembrar”.

LA META ES EL FUTURO 

Manos en tierra, nunca mejor dicho, Bernardo comenzó a acomodar canteros y a sembrar todo lo que tuvo a mano en sus inicios, sin tiempo a mirar mucho hacia el futuro.

Explica que cada vez que tenía una idea o espacio para un nuevo cultivo, los compañeros de la granja urbana municipal, de conjunto con la dirección del Gobierno, lo apoyaban y animaban en el esfuerzo.

“La propia directora de la granja urbana me instó a capacitarme, a instruirme. Me ofrecieron asesoramiento y nuevas enseñanzas. Me dotaron de nuevas ideas y emprendimientos. Y lo más importante, me facilitaron las semillas necesarias para llevar a cabo este proyecto”.

Así, de a poco, este “campesino por herencia” empezó a preparar canteros con lo que tenía a mano, díganse tablas de costanera y pedazos de bloques y canelones.

“Tuve mucha confianza en lo que hacía, y por ende, le dedicaba todo el amor posible a cada uno de mis cultivos. A las pocas semanas ya eran palpables las siembras, y las producciones para cosechar tampoco se hicieron esperar”.

Una vez lograda la primera cosecha, lo primero que hizo Bernardo fue devolver el apoyo, la confianza y las atenciones que tuvieron con su proyecto. De esta forma, llegó con una donación de 27 quintales de hortalizas y condimentos frescos al comedor del SAF del territorio y al círculo infantil Clodomira Acosta, altruismo este que mantiene hasta la fecha.

“Ya en el 2022 podía verse gran parte de lo que hoy tengo acá. Motivo por el cual en aquel entonces me otorgaron la condición de mejor patio del municipio y de referencia.

“Al principio solo tenía 16 canteros. En la actualidad poseo poco más de 50 que, de conjunto con otros cultivos como plátanos, yucas, árboles frutales, coco, guayaba, limón y otros cítricos, están ubicados en una pequeña área de 0,1 hectárea de tierra”.

Hoy Bernardo se muestra contento, pues aparte de saberse querido, admirado y respetado por sus vecinos y pobladores del municipio, siente la satisfacción de haber conseguido su propósito.

“No tengo metas. Mi meta está en el futuro, en todo lo que pueda hacer. El ser humano no debe nunca ponerse límites. Esa meta de la que a veces me preguntan está en lo que la vida me permita hacer”.



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