Alrededor del hotel, tierra hermosa pero productiva
En el hotel Villa La Granjita, perteneciente al Grupo Hotelero Cubanacán, aprovecharon las tierras ociosas y plantaron diferentes vegetales que ayudan a satisfacer la amplia demanda por parte de los turistas y visitantes. El autoabastecimiento de las instituciones es una prioridad en el país
Por: Freddy Pérez Cabrera | internet@granma.cu
6 de abril 2024

Villa Clara.–De su mamá Iraida, José Ruperto Machado López de Castro aprendió la cultura del trabajo y los principios de la honradez; sin embargo, sus amigos dicen, y creo que con razón, que lo que más le impregnó su progenitora es ese espíritu emprendedor, que lo hace sobresalir en cada tarea que acomete.
Su finca, ubicada en la carretera que conduce al aeropuerto Abel Santamaría Cuadrado, de Santa Clara, se asemeja más bien a un jardín, donde no hay un palmo de tierra que no esté sembrado y bien atendido. Plátano, malanga, lechuga, acelga, tomate y cerdos, entre otras, constituyen sus principales producciones.
Esas y otras cualidades del recio campesino, integrante de la ccs 17 de Mayo, fueron tenidas en cuenta por la dirección del hotel Villa La Granjita, perteneciente al Grupo Hotelero Cubanacán, en Villa Clara, a la hora de seleccionar a la persona indicada para asumir un proyecto que debieran impulsar muchas instalaciones turísticas del país, que hoy dependen para poder subsistir, de lo que pueda aportarle el Estado que, como es lógico, en el actual contexto de la nación, no es mucho.
«Fue a principio de diciembre del pasado año cuando Onay Gómez Rodríguez, subdirector hotelero de la institución, y Yosvany Martín Peña, delegado de la Agricultura en la provincia, vinieron a verme para ver si quería asumir el reto de producir lo que necesitaba esa instalación, y otras pertenecientes al sistema de turismo de la provincia, aprovechando la tierra ociosa que había allí», nos cuenta Ruperto, quien es famoso por ser un hombre que no le teme a los retos.
Ante tales razonamientos, Machado, que no es de muchas palabras, lo único que dijo fue, «vamos allá, y si me parece factible, pueden contar conmigo».
Luego de explorar la zona y sacar sus cuentas, esa misma tarde quedó sellado el compromiso de garantizar las verduras y los vegetales frescos que necesitaba Villa La Granjita.
Desde entonces, no hay día en que no haya estado trabajando de sol a sol en el proyecto, en cual ha sido auxiliado de su primo Aleido Machado, y de otros dos agricultores que lo acompañan en las tareas diarias.
Lo primero fue limpiar el terreno y arar la tierra, para lo cual se valió de una yunta de bueyes y de otros implementos.
Pronto llegaron también las primeras plantaciones, que fueron de tomate, ajíes, col china y acelga, las que proliferaron a la velocidad de la luz, por estar sembradas en un suelo reposado y fértil, además de ser atendidas, según dicen los guajiros, «como Dios manda».
«Ya hemos recogido más de cien cajas de tomate de ensalada de una calidad extrema, y de la col china y la acelga más de una tonelada», señala el productor, quien añade que, en fecha reciente, ya comenzaron también la recolección de los primeros quintales de pimiento, vegetales que han ido a parar a la cocina del hotel, ubicada a escasos cien metros del área cultivada.
Ante el éxito inicial y el entusiasmo mostrado por el agricultor, luego surgió la posibilidad, mediante el Proyecto alas, de instalar también una casa de cultivo tapado en otra área ubicada a la entrada del hotel, para lo cual se consultó a José Ruperto, quien ni corto ni perezoso asumió la encomienda.
Fueron días de mucho trabajo y de un apoyo incondicional por parte de la agricultura en el territorio, y de los propios trabajadores de la instalación hotelera que, encabezados por Onay, el subdirector, se sumaron a la idea, hecha realidad en los primeros días de enero.
Ahora, a la sombra de esa extensa malla, en un área de unos 64 por 44 metros cuadrados, pueden verse cultivos tan diversos como pepino, col, lechuga, pimientos, acelga, tomates, ajo puerro y cilantro, los cuales muestran una salud y una vitalidad envidiables, dignos del esfuerzo realizado por este campesino santaclareño.
En la actualidad, es tal la producción lograda en el pequeño pedazo de tierra que apenas sobrepasa la hectárea de extensión, que han realizado algunas ventas al aeropuerto Abel Santamaría y al hotel Los Caneyes, las cuales pudieran extenderse a otras instalaciones del territorio que lo requieran, explica Machado López de Castro.
Para completar el ciclo, y con el objetivo de ofrecer al visitante productos completamente ecológicos, al unísono, Ruperto fomentó en su finca un proyecto de lombricultura para abonar los suelos de La Granjita con humus, aprovechando varias naves que antes se dedicaban a la cría de cerdos.
Para tener una idea del éxito de esta última iniciativa, baste decir que hoy tiene en producción cerca de 70 metros de cámaras, de las cuales ya ha extraído más de siete toneladas de materia orgánica, y la próxima semana debe desenterrar otras diez; además de poder aprovechar las lombrices como pies de cría.
LA PRINCIPAL GANANCIA ES LA CALIDAD
En sus más de diez años al frente de diferentes hoteles, incluyendo el Ensenacho, en la Cayería Norte de Villa Clara, Onay Gómez ha sufrido en carne propia el costo del desabastecimiento de diversos productos, la mayoría de los cuales pudieran producirse aquí, con lo que se ahorrarían al país cuantiosos recursos.
Esas experiencias fueron las que lo motivaron a plantearse la idea de aprovechar las tierras ociosas que circundaban el hotel Villa La Granjita, y plantar allí diferentes vegetales que pudieran ayudar a satisfacer la amplia demanda de los turistas y visitantes.
«Nosotros teníamos contratos con diversas entidades, algunas de las cuales estaban radicadas en otros municipios o provincias, lo que provocaba, además de elevados gastos, que los productos escasearan o llegaran muchas veces sin la calidad requerida, con la consiguiente afectación para el cliente, que es nuestra razón de ser», señala el directivo.
Fue en ese contexto adverso, agudizado ahora por la situación económica que vive el país, en el que Onay se planteó la búsqueda de un productor comprometido, y con experiencia en el campo, que quisiera asumir el reto de hacer producir esas tierras, a fin de cubrir las necesidades del hotel y contar con productos frescos y de la mejor calidad.
«Tuve la suerte de encontrarme con Ruperto, un campesino, que sabe sacarle el máximo a la tierra y que le pone mucho amor a todo lo que hace», asegura Gómez Rodríguez, quien muestra su satisfacción por lo logrado hasta la fecha.
Ahora la relación es tan estrecha, que los propios empleados de la cocina le solicitan a Rupe, como cariñosamente lo llaman allí, lo que necesitan para el día, pedidos que en cuestión de minutos son recolectados y puestos a disposición de la instalación, lo que garantiza calidad y rapidez en el servicio. Así lo reconoce el gerente, quien añade que esa es la verdadera materialización del encadenamiento que propaga la dirección del país.
En la práctica, la revolucionaria idea de convertir a un hotel, también en un polígono productivo, se ha transformado en un valor agregado para el centro turístico.
El Subdirector se regocija del interés mostrado por los turistas, por la manera en que Ruperto, y el resto de agricultores, trabajan la tierra, el empleo de los bueyes en la preparación del suelo y la salud de los diferentes cultivos.
Respecto al pago, Onay explica que se realiza al momento, mediante una transacción bancaria, con lo cual se beneficia el productor, necesitado de ese dinero con inmediatez, para sufragar las inversiones realizadas, mientras la instalación turística recibe productos de primera calidad.
Ante el crecimiento productivo, que ya sobrepasa las expectativas y necesidades de La Granjita, se han hecho contratos con otros hoteles del territorio, e instituciones como el aeropuerto Abel Santamaría, también necesitados de productos frescos y ecológicos.
En la mira del proyecto está la colocación, en fecha próxima, de un molino de viento que pueda extraer el agua mediante esa fuente de energía para regar los diferentes cultivos, idea que hará más sostenible el proyecto.