Un experto que enseña y juzga
Por: Grupo Web del Minag
10 de septiembre 2025
Con camisa roja y sombrero. Leonardo, el juez. Juzgar y sentenciar son palabras o actos mayores en cualquier sociedad o disciplina. Cuando se habla de un juez, pensamos en un letrado, graduado de Ciencias Jurídicas que imparte justicia; mas, hay otros tan avezados y exigentes como estos que llevan con honor esa profesión, aun cuando la ejercen voluntariamente.
La certeza de tal afirmación llegó luego de pasar algunas sesiones en el área de juzgamiento de animales durante las cubanísimas ferias agropecuarias. Un grupo de profesionales, especializados en diferentes razas, ejercen como jueces para… determinar los mejores y entregar premios; calificar con fines genéticos y hasta para valorar precios de ventas y subastas.
Leonardo González Coello, además de conocimientos y experiencias, tiene alma de juez. Ante todo, es productor, ingeniero pecuario, y por demás profesor titulado. Un vistazo a su figura bastaría para conocer los laberintos de su personalidad. El somatotipo lo define como ganadero, la vestimenta como vaquero y su carácter como rector en su cargo.
Quien escribe no es médico ni sicólogo, pero tiene años de vida entre hombres de campo, y supo que estaba ante un juez al conocer de sus 26 años en el juzgamiento de ganado, los 29 como profesor del Instituto Politécnico Agropecuario (IPA) Victoria de Santa Clara y otros tantos como presidente de la Asociación Cubana de Producción Animal (Acpa), en Villa Clara.
La mirada, la firmeza de sus palabras y ese hablar campechano y técnico fue el colofón: Leonardo es un experto que enseña y juzga.
Hay que calificarse
Además de todos los requerimientos que acumula, este juez de ganado de leche, específicamente vacuno y caprino, debió aprobar un curso de calificación para ejercer el oficio.
“Tengo un pedacito de tierra y la experiencia de ordeñar vacas y chivas; soy criador de caprino racial, de la raza Nubia, que son animales de porte alto, adaptadas a climas cálidos, buenas productoras de leche de alta calidad, que se reproducen durante todo el año”, afirmó Leonardo.
Su labor al frente de la Acpa provincial lo mantiene en constante vínculo con científicos y productores, en ese enfoque de la asociación por el mejoramiento genético, la superación de los ganaderos y técnicos y el extensionismo agrario, además de su trabajo en la rama ganadera de la Delegación del Ministerio de la Agricultura. Pautas que lo conducen siempre a la superación.
Bondades de unos, defectos de otros
Para ser juez hay que tener base profesional, dice Leonardo remarcando su experiencia en diversidad de labores relacionadas con la ganadería. “Al menos conocer la zootecnia y morfología de los animales. Algunos están bien formados (sobre todo la osamenta) y son buenos productores.
“El macho tiene que ser bien macho y tener cara de macho, porque las hembras se expresan de otra manera: son más nobles, de rasgos finos y algunas son hasta satas”, dice con picardía al describir cómo son los equinos que ganan los lugares cimeros en la evaluación de un juez.
¿Es muy difícil descalificar a un animal?
“Cuando hay un solo contrario es más difícil. Cuando hay varios, usted dice las bondades que tiene el otro y son los defectos de ese que queda descalificado”.
Y reafirma: “De los ejemplares que se presentan a juzgamiento en campeonatos u otras confrontaciones se dicen las bondades, como a las mujeres, y no los defectos. Cuando es uno solo hay que ser lo más profesional posible, para no ofender o decepcionar al productor al mencionar los rasgos negativos.
“En los animales, hay defectos que no tienen solución, otros resuelven si es hembra, los machos no deben continuar en la reproducción, por eso siempre aconsejamos buscar la genética, utilizando mejores sementales”.
Muchos estudios y años ha requerido el ingeniero Leonardo González Coello para llegar a ser el juez que es; para estar orgulloso con el equipo de rodeo de Villa Clara, que se coronó Campeón durante la última competición, en julio, donde Sancti Spíritus logró el segundo puesto y Mayabeque el tercero.
Colindante con la ciudad de Santa Clara tiene Leonardo su emporio: una familia acoplada, con dos hijas profesionales, dos nietos y algunos alumnos-hijos que tampoco se le despegan, a pesar de que su tiempo es poco, después de atender a la Acpa y a las nubias, que siguen siendo una ocupación.